Por JOSÉ GARCÍA SEGURA
Andrés Manuel López Obrador, favorito en las preferencias electorales hasta el día de ayer, arribó al primer debate presidencial con la idea de ofrecer “20 y las malas” a sus opositores del PAN, PRI, PRD y con ellos a la chiquillada, pero salió del evento diciendo que reconocería su derrota sólo si el gobierno no hace fraude.
20 y las malas o el 15 (el más alto valor de una bola de billar) y las malas; es decir, los puntos malos en un juego es la mayor ventaja para alguien y si ni por esas gana, mejor que se retire de la política.
A la luz de lo expresado por el Pejedente legítimo en el debate del domingo, estamos en la antesala del “voto por voto” exigido hace 20 años o más por el ex priista-perredista y dueño ahora de Morena.
Con 48 por ciento en las preferencias, más que atacar, López Obrador actuó a la defensiva, a la vez que reiteraba su propósito de vender lo que no es suyo (el avión presidencial, por ejemplo, que ya ofreció al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump)
Empeñado también en amnistiar a los criminales por más que asegure que amnistía no significa impunidad.
José Antonio Meade lo acusó de corrupto además de convertir a Morena “en un partido familiar”.
Jaime Rodríguez, “Bronco” le preguntó cómo estaba vendiendo lo que no era suyo.
Ricardo Anaya le reprochó el que quienes aprobaron el Fobaproa sean ahora candidatos de Morena a cargos de elección popular o cercanos colaboradores de quien se reconoce como “Peje” pero no “lagarto”.
Para Anaya, el que la hace la paga; para Bronco, habrá que cortarles las manos a los ladrones.
Durante las dos horas del debate, Margarita Zavala permaneció en la nube y cuando bajó, fue para defender la obra pública de su marido, Felipe Calderón.
Déjeme recordarle que el billar (americano, inglés, francés o español) es un juego universal en el que dar “veinte y las malas” es aportarle al triunfo sin mayor problema.
El primer debate presidencial 2018 tuvo lugar en el Palacio de Minería de la Ciudad de México; el próximo será en Tijuana, Baja California y el tercero y último, en Mérida, Yucatán.
