Científicas y científicos de la UNAM desarrollaron tres variedades de maíz amarillo que permitirían reducir, de manera significativa, las importaciones de este producto y evitar que en nuestro país se siga consumiendo maíz transgénico, altamente dañino para la salud.
Se trata de las variedades Kuautli Puma, Mistli Puma y Coztli Puma, cuyo registro y licencias fueron liberadas y se encuentran disponibles en el mercado, como una opción para que los productores puedan sembrarlas en zonas de temporal o en punta de riego.
De acuerdo con la profesora e investigadora de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán (FES-C) de la UNAM, Margarita Tadeo Robledo, y coordinadora del programa de mejoramiento genético de maíz, este proyecto de investigación surge de la necesidad de contar con diversas variedades de semillas a nivel nacional que puedan ser cultivadas en diferentes regiones ambientales del país y, al mismo tiempo, contribuyan a resolver la problemática de las importaciones que tenemos de maíces amarillos.
“México es autosuficiente en maíz blanco para la elaboración de tortillas, pero estamos importando cantidades importantes de maíz amarillo para el uso pecuario, que además se utiliza indebidamente para consumo humano. De ahí la importancia de que la Universidad, enfocada siempre a los problemas nacionales, genere alternativas para solucionar esta problemática específica que afecta a millones de personas”, expuso.
Sobre el contexto en el aumento de las importaciones, Consuelo López López, colaboradora del Programa de Mejoramiento Genético de Maíz y profesora de la FES-C, explicó que a partir de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, en 1994, y específicamente en los últimos ocho años, ha habido incremento continuo en las compras de maíz amarillo, principalmente proveniente de Estados Unidos.
De acuerdo con datos oficiales, la demanda en el país es de aproximadamente 20 millones de toneladas al año; en tanto que la producción nacional actual es 3.3 millones de toneladas, lo cual representa un déficit significativamente alto, que ocasiona inevitable las adquisiciones en el extranjero.
“Producimos maíz amarillo, pero no cubrimos la demanda que requieren las personas que lo están utilizando, principalmente para el consumo pecuario, para las industrias almidoneras y como materia prima para la elaboración de distintos productos”, argumentó López López.
La investigadora universitaria advirtió que 95 por ciento de esa variedad que se importa de la Unión Americana proviene de semillas transgénicas, las cuales, con base en la evidencia científica, provocan serios daños a la salud humana y al medio ambiente; terminan contaminando al maíz nativo de nuestro país.
Aseguró que México cuenta con la capacidad para avanzar en la sustitución de las importaciones a partir de estas nuevas variedades producidas en la UNAM y en otros centros públicos de investigación, por lo que ahora es necesario trabajar con los productores de semillas para su elaboración masiva y su comercialización.
En ese sentido, Margarita Tadeo agregó que un eslabón importante ausente para consolidar el proyecto es encontrar la forma de multiplicar las variedades de maíz puma, a través de vínculos y convenios con los productores de semillas, que son quienes pueden generar más y comercializarlas.
Ambas investigadoras, especialistas en cultivos básicos y producción de granos, coincidieron en señalar que uno de los principales problemas que enfrenta el desarrollo de un maíz alternativo es la fuerte resistencia de las grandes empresas trasnacionales que en los últimos años se han agrupado para formar oligopolios en la comercialización.
“Hay cuatro grandes empresas trasnacionales que absorbieron a otras más pequeñas de diferentes rubros para producir y comercializar no solo semillas, sino también fertilizantes, herbicidas, plaguicidas e insecticidas; todos ellos conocidos como agrotóxicos, generando un gran negocio redondo”, sostuvo.
Las universitarias señalaron que para hacer frente a esta situación, una alternativa puede estar en la llamada agroecología y el fortalecimiento de alianzas estratégicas entre gobiernos e instituciones universitarias dedicadas a la investigación, para iniciar la migración hacia proyectos más amigables con el medio ambiente y con un enfoque social que dé prioridad a la salud de las personas.
Las distintas variedades de maíz puma fueron desarrolladas para cultivos en los valles altos de México, a una altura de mil 800 y hasta 2 mil 400 metros sobre el nivel del mar.
En una primera etapa, comentaron, se ubicaron 1.5 millones de hectáreas para cultivo que no son atendidas por las grandes corporaciones y en donde se concentran los esfuerzos del programa de mejoramiento genético de la FES Cuautitlán, a fin de ofrecer a los productores mejores posibilidades éxito en sus cosechas.
Cabe mencionar que cada variedad tiene diferente conformación genética específica para distintos nichos climáticos y con características particulares para diferentes usos.
Tadeo Robledo enfatizó que, a diferencia del maíz transgénico, las variedades Kuautli Puma, Mistli Puma y Coztli Puma cuentan con todos los cuidados y pruebas de calidad en laboratorio para consumirse de manera segura.