Los 75 años que cumple la Universidad más allá de las fronteras son resultado de un cúmulo de trabajo arduo y siempre en proceso, porque el mundo cambia a un ritmo acelerado y de formas sorpresivas, expuso José Antonio Vela Capdevilla, director de la sede UNAM-San Antonio (Escuela de Extensión Universitaria).
Quienes asistieron a las clases de español e inglés que la Universidad Nacional comenzó a impartir el sábado 16 de septiembre de 1944 en la ciudad de San Antonio, Texas –con apoyo del Consulado General de México–, no imaginaron que al inscribirse en un curso de seis semanas inauguraban una ruta académica que para esta casa de estudios representa una tradición de siete décadas y media: la internacionalización.
La comunidad latina en Estados Unidos fue la que pidió la impartición de esos cursos, pues consideraban que estaban perdiendo su lengua y cultura y querían hacer algo al respecto, sobre todo porque sufrían segregación y deseaban sentirse cerca de sus raíces; a este sentimiento se aunó el entorno agitado que se vivía por la Segunda Guerra Mundial, recordó Vela Capdevilla.
Este episodio representa el primer paso de la Universidad hacia ese objetivo, pues esta experiencia dio origen, décadas después, a las sedes de Ottawa (Canadá), fundada en 1995; Chicago, 2002; Los Ángeles, 2005; Pekín (China), 2012; Madrid (España), 2013; Seattle, San José (Costa Rica) y París, 2014; Londres y Tucson, 2015; y Berlín, Boston y Johannesburgo (Sudáfrica), que abrieron sus puertas en 2017.
Tras enfatizar los logros y valor estratégico de las siete sedes de la UNAM en América del Norte (seis en Estados Unidos y una en Canadá), el universitario remarcó que la escuela de extensión a su cargo nació hace 75 años, en momentos en que no era fácil ser mexicano en el extranjero. “Hoy nos siguen pidiendo idiomas y que los guiemos para obtener la ciudadanía”.
Vela Capdevilla, decano del proyecto UNAMUSA, comentó que “los últimos cuatro años han sido intensos en la consolidación internacional, especialmente debido a los objetivos del Plan de Desarrollo Institucional 2015-2019; ello ha resultado en que el nombre de la Universidad Nacional se oiga en todo el mundo”.
Explicó que si bien la internacionalización tuvo auge entre 1990 y 2015, hoy el panorama es complicado debido a que en Europa y Estados Unidos han surgido amenazas como el trumpismo, el Brexit, los nacionalismos y las políticas antiinmigrantes, pero las sedes de esta casa de estudios en vez de amedrentarse, están obligadas a responder a los nuevos retos.
“Por ejemplo, en San Antonio además de apoyar en la obtención de visas de estudiante, damos asesoría a cualquier residente legal –sin importar nacionalidad– interesado en obtener la ciudadanía estadounidense”.
Los resultados son palpables y “son producto de una labor iniciada en 1944, un año en el que nadie hablaba de internacionalización ni se entendía bien este concepto, pero que en la UNAM ya hacíamos”.
El mundo del futuro
Para ejemplificar la importancia de las sedes en el extranjero, el académico se remontó a años atrás, cuando la Universidad Nacional cayó en los rankings por la súbita incursión de decenas de instituciones chinas; pero ha recuperado los puestos perdidos, y “esto, sin duda, se debe a lo logrado en internacionalización”.
Una de las descripciones más aceptadas de la internacionalización advierte que “ésta no debe ser vista como un fin en sí misma, sino como un medio para mejorar la calidad educativa”, algo que para Vela Capdevilla dibuja la ruta que esta casa de estudios debe seguir de aquí en adelante. “Siempre debemos aspirar a más. Si me preguntan, lo que sigue es ir a Asia para llegar con los coreanos, vietnamitas y demás. Ya el tiempo dirá”.