El abanico de seda, un cuento chino, pero bien contado

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La biblioteca de Arcadia

Una señora narra desde su vejez, “cuando ya no tengo nada que perder y pocos a los que ofender”, su vida en el seno de una sociedad machista en la que las mujeres valen menos que una gallina y son tratadas como menores de edad, sin derechos de ninguna clase, pero con la obligación de una obediencia ciega al hombre, sea el padre, el esposo o el hijo.

Sin embargo, algo las salva de este yugo y del tedio de una existencia de sumisión: el Nu Shu, un lenguaje cifrado creado en China en el siglo XVII, aunque los estudiosos no están de acuerdo aún con su antigüedad, pues algunos sostienen que tiene miles de años, mientras que otros creen que no puede tener más de varios cientos, y utilizado por las mujeres para comunicarse entre ellas sin que los hombres pudieran leer sus mensajes. Era transmitido de una generación a otra, se escribía en discretos abanicos o pañuelos que las sirvientas llevaban a las casas donde las mujeres permanecían recluidas a merced de sus maridos.

El Nu Shu es un personaje central en la novela El abanico de seda, de la escritora estadounidense de ascendencia china Lisa See, quien para escribir su obra (Publicaciones y ediciones Salamandra, primera edición, enero 2017, 311 páginas) viajó a China, específicamente al condado de Jiangyong -antes Yongming-, en la provincia de Hunan, para entrevistarse con la señora Yang Huanyi, una nonagenaria que era la mujer más anciana que conocía el lenguaje secreto de las mujeres chinas, el cual estuvo a punto de desaparecer en la segunda mitad del siglo XX porque ya no existían las razones básicas por las cuales lo empleaba la población femenina.

En la región que visitó la escritora, cuna de este lenguaje que literalmente significa ‘escritura de mujeres’, se encuentra actualmente el Museo del Nu Shu, donde se guarda una colección de objetos, entre abanicos, pañuelos o cinturones y papel en los que las mujeres escribían, fuera bordado o pintado con tinta, este lenguaje que consta de cuatro elementos principales: el punto y las líneas verticales, inclinadas y arqueadas.

Con una mirada objetiva, Lisa See hace visible la existencia de aquellas mujeres que vivían en la China de hace 400 años, inmovilizadas por sus diminutos pies, aisladas en sus casas, obligadas a engendrar hijos varones, sirviendo a la familia política y a merced de los hombres; El abanico de seda relata la historia de amistad, desde la infancia, de dos mujeres, Lirio Blanco y Flor de Nieve, que por su sensibilidad y voluntad consiguieron mantenerse unidas con la ayuda del Nu Shu.

La protagonista, Lirio Blanco, narra su biografía -seguramente escrita en Nu Shu como solían hacerlo las mujeres de cierta edad, trabajos que se perdieron al ser enterrados junto con ellas cuando morían, o quemados por sus descendientes femeninas- y detalla sus días en la China del siglo XIX dentro de una sociedad compleja con costumbres y modos de vida muy estructurados, férreos en ocasiones.

El eje central de la novela, cuya estructura narrativa lineal y su lenguaje sencillo la hacen accesible a lectores poco exigentes, es el devenir de los días desde que conoce a Flor de Nieve, quien será su ‘laotong’ o alma gemela, con quien se comunica mediante un abanico de seda en el cual escriben sus mensajes secretos en Nu Shu y, conforme avanza, la historia se torna compleja e intensa hasta que en sus últimos capítulos da un giro inesperado para explicar el verdadero sentido del libro que Lirio Blanco está escribiendo.

A través de Lirio Blanco la autora explica sin escatimar detalles todo el proceso, tanto el físico como el emocional, del vendado de pies a las niñas para hacerles el ‘loto dorado’ que impide su crecimiento natural, muchas de ellas morían a causa de las infecciones. Aunque esta práctica se prohibió oficialmente a finales del siglo XIX, en entornos rurales continuó hasta muy avanzado el siglo XX; es probablemente una de las prácticas más brutales que se han hecho contra la mujer con el único objetivo del disfrute masculino. Y a pesar de haber sido víctimas de esa terrible tortura, las jóvenes chinas acababan infringiendo el mismo daño a sus hijas.

La obra aborda, asimismo, la servidumbre y el aislamiento a los que estaba sometida la mujer china durante la época imperial, pues carecía de derechos, aunque tenía muchas obligaciones; cuando se casaban vivían sometidas al marido y a su familia, permanecían aisladas en sus casas y sólo salían una vez al año para asistir a una fiesta, de manera que su vida era un constante sufrimiento en silencio y soledad. Un hecho que revela este libro es que, muchas veces, la violencia psicológica se cometía en gran medida por mujeres contra otras congéneres.

El abanico de seda es un relato duro y conmovedor al mismo tiempo, porque la autora, Lisa See, utiliza un lenguaje poético para hacer percibir al lector el dolor, el miedo, el desasosiego y la rebeldía que sienten las protagonistas Lirio Blanco y Flor de Nieve. De ninguna manera se trata de una historia feliz, ni mucho menos esperanzadora; es brutal, triste, pero sobre todo tremendamente humana.

La descripción de la hermandad-amistad entre las dos mujeres es transcultural, pues la capacidad del universo femenino para llegar de la máxima complicidad al rechazo más absoluto movido por malas interpretaciones o temas emocionales, sucede en todas las culturas. El texto invita a hacer una reflexión introspectiva sobre cómo se comportan las mujeres con otras mujeres.

El abanico de seda es un libro de lectura ligera, pero que no deja indiferente a quien lo lee, se trata de un “cuento chino”, pero bien contado.

Post Scriptum

Lisa See nació en París, Francia, pero creció en el barrio chino de Los Ángeles, California, donde su abuelo era una importante figura dentro de la comunidad oriental. Estudió en la Universidad de Loyola Marymount y trabajó como periodista y redactora para medios como Vogue o Self antes de dedicarse por completo a la literatura, ámbito en el que también ha firmado trabajos bajo el seudónimo de Mónica Highland.

See es conocida por su interés en recuperar la importancia de la cultura china en ciudades como Los Ángeles, es una conferenciante habitual en centros como el Museo Smithsoniano de Arte Americano; a lo largo de su carrera ha obtenido menciones de los Premios Asian/Pacific y de varias asociaciones culturales y sociales chino-americanas.

Entre sus obras literarias se encuentran El abanico de seda, El pabellón de las peonías y Muñecas chinas.