Por Mariana Morán, Presidenta de Equidad, Libertad y Género, Asociación Civil
En la nueva realidad aparece una conducta en dos de cada 10 personas: dejar todo para mañana. El confinamiento tras la pandemia del Covid-19 impuso nuevas conductas y maneras de socialización y trabajo. También distorsionó la noción del tiempo.
Como consecuencia, se comenzaron a generar horarios extendidos de trabajo de 24x 24 los siete días a la semana y esto afianzó prácticas burocráticas de laborar como “el dejar todo para el día siguiente”. La procastrinación hoy es una realidad en las grandes urbes del mundo y México no es la excepción.
No sólo eso: según diversos estudios la procatrinación incrementa los costes de producción en 33% e incide en un clima laboral negativo y se considera uno de los principales factores de desmotivación laboral.
Alrededor del 20% de los adultos se identifican como procrastinadores crónicos. Es decir, habitualmente no pueden realizar las tareas a tiempo, incluso cuando hay graves consecuencias involucradas. Por otra parte, la incidencia de la postergación de tareas es consistente en todas las cohortes de edad, género y nacionalidades. Se trata de un mal generalizado que aumenta en los ambientes de opacidad y carentes de políticas mensurables de gestión.
Sin embargo, existen dos tipos de procastrinación: de evitación y excitación. En la primera parece el deseo de eludir una tarea mientras en la excitación se basa en la emoción o deseo de jugar a plazos.
A nivel corporativo es una experiencia frustrante. Si uno de cada cinco empleados no hace lo que debe hacer o cumpla con una fecha límite, puede causar estragos en la planificación, productividad, rendimiento del equipo y todo lo que dependa de la actividad sincronizada o el cumplimiento de una programación.
En general, estos son los consejos para evitar postergar tareas en una organización:
Conocer a los procrastinadores. En general sólo existe una persona que frena el trabajo de equipo.
Mantener los plazos cortos y difíciles. Un plazo lejano o nebuloso se presta a posponer las entregas. También cuando los objetivos son muy simples de cumplir se deja todo a último minuto.
Evitar amontonar el trabajo. Conviene darlo secuencialmente, con una asignación o tarea después de otra.
Eliminar las distracciones. Evitar reuniones de descanso, televisión corporativa y otros.
Imponer estructura y rendición de cuentas. Clarificar quién debe hacer qué, y rastreando la rendición de cuentas de la manera más pública posible.
Pedir ayuda. Una clave fundamental es solicitar el apoyo de quienes postergan tareas para solicitarles su apoyo.
Al final, la clave a recordar es que la procrastinación es un problema psicológico. Los gerentes no pueden curarlo a través de la intimidación o el castigo, o hacer que desaparezca a través de sobornos y recompensas. Sin embargo, existen estrategias para no rebasar los plazos de cumplimento.
En cuanto al desempeño personal, el enlistar las tareas a realizar cada día permite no postergar tareas. También conviene establecer fechas y porcentajes de realización de una tarea determinada. En general, ls personas más proactivas nunca dejan para mañana “lo que puedan hacer hoy”.