Por Mariana Morán, Presidenta de Libertad, Equidad y Género A.C (ELIGE)
Las personas eligen su ocupación en función de un proceso racional. Intentan maximizar sus ingresos, tener en cuenta sus habilidades y recompensas relativas en diferentes sectores. Se trata de optimización: van a donde creen que tendrán la mayor ventaja comparativa.
En el caso de las mujeres, las suposiciones de que ciertos sectores no las acogen pueden limitar su disposición a unirse. Esto ocurre con la tecnología, donde sólo el 7% de la fuerza laboral corresponde a las mujeres. En gran parte, esto obedece a estereotipos y a una arraigada creencia de que no se trata de una opción laboral para ellas, de que es un sector que no les permitirá triunfar.
¿Cómo lograr que más mujeres se incorporen a trabajos tecnológicos? La pregunta no es ociosa si consideramos que la digitalización y otras Tecnologías de la Información ya son parte del trabajo cotidiano en todos los sectores económicos.
En diversos experimentos se muestra que aumenta la propensión a que las mujeres se unan a trabajos tecnológicos cuando se refuerzan tres premisas: las mujeres pueden tener éxito en el campo de la tecnología, la formación les da acceso a éste sector y se presentan modelos a seguir o historias de éxito de mujeres que trabajan en profesiones y oficios vinculados a la tecnología.
Estos tres elementos bastan para romper silos peligrosos y antiguos que segregan a las mujeres de oportunidades laborales con gran futuro y altamente redituables.
Hasta ahora, sabemos que las mujeres ganan 79 centavos por cada dólar que percibe un hombre. Si bien es cierto que las mujeres con trabajos a tiempo completo durante todo el año ganan menos dinero que sus homólogos masculinos, la mayor parte de esta brecha no se debe al sexismo directo de los empleadores discriminatorios. En mayor medida, refleja el hecho de que las mujeres tienden a trabajar en sectores peor pagados y dominados por mujeres.
Aunque no es una panacea, una forma de disminuir la brecha salarial de género es impulsar a más mujeres hacia carreras mejor remuneradas. La industria tecnológica es solo un ejemplo. La idea es garantizar que las normas de género y los sesgos de autosegregación no alejen innecesariamente a las mujeres, especialmente a aquellas que muestran interés y aptitud, de ciertas carreras.
Es posible que los departamentos de recursos humanos, los responsables políticos y las universidades deseen tomar nota.
Mientras tanto, todos debemos cultivar una conciencia de cómo las señales y prescripciones de identidad social pueden tener consecuencias sutiles, pero de gran alcance, en los comportamientos.
Es momento de generar una visión que permita un mayor enriquecimiento social con la inclusión del trabajo de mujeres en distintos campos. Un sector en el que tradicionalmente no existe mucha participación femenina en ciencias y tecnología. Es momento, entonces, de crear narrativas más inclusivas en ambos sectores.