Por Mariana Morán, Presidenta de Equidad, Libertad y Género (ELIGE) A.C
Una estampa paradigmática del delincuente de cuello blanco tiene que ver con el uso de la información privilegiada que inunda los corredores de las bolsas de valores.
La omnipresencia del uso de información privilegiada se define como la compra o venta de acciones públicas por parte de alguien que tiene información material, y no pública, sobre la compañía. El mercado de valores aparece como un lugar donde los elitistas se llenan los bolsillos con impunidad.
El presunto uso de información privilegiada y los conflictos de intereses de funcionarios de la Reserva Federal, jueces federales y políticos acusados de beneficiarse de la pandemia de coronavirus al deshacerse de las acciones justo antes de que llegara la primera ola son parte de las sombras sobre el uso de información privilegiada de las compañías. ¿Es esto real?
Hasta la fecha, realmente no existe enjuiciamiento de esas personas porque resulta difícil armar un caso. Tal vez hicieron algo poco ético pero no ilegal.
Sin embargo, es importante que el público entienda que no existe una ley explícita contra el uso de información privilegiada, lo que dificulta la prueba y el enjuiciamiento. En cambio, los fiscales a menudo usan estatuas antifraude y otros íconos para acusar a los sospechosos de usar información privilegiada. Es más fácil enjuiciar a alguien por conspiración, obstrucción de la justicia y mentir a los investigadores federales que probar un cargo de fraude de valores por la falta de pruebas.
Se necesitan cambios legislativos porque la jurisprudencia es un camino “particularmente débil” para el enjuiciamiento de los malhechores.
La visión pesimista sobre el sistema financiero no salió de la nada. El hecho de que no haya consecuencias para estas operaciones, que en el mejor de los casos son fallas éticas graves, solo alimenta la narrativa de un “sistema amañado”.
Urgen leyes salgan en los libros, que haya reformas y una aplicación más robusta en gobierno corporativo y fraude contable.
La era digital marca el comienzo de gran cantidad de información sobre lo que los operadores de acciones hacen a diario, lo que facilita a los investigadores y observadores del mercado detectar patrones anormales en la actividad comercial, como una persona que mantiene una racha de buena suerte y gana mucho dinero.
Las regulaciones ahora requieren que los ejecutivos que negocian sus propias acciones divulguen la actividad dentro de los dos días hábiles. Como consecuencia, hay volúmenes de datos, terabytes de datos sobre las operaciones, el momento de las operaciones y los precios a los que pueden ejecutarse.
Todos esos datos no solo ayudan a los investigadores y reguladores a encontrar fraudes, sino que también arrojan luz sobre la escala del abuso.