El consumo mundial de agua se sextuplicó durante el siglo XX, el doble de la tasa de crecimiento demográfico, y su escasez es un desafío amenazador para la humanidad, debido a varios factores desde el cambio climático y la contaminación, hasta la falta de capacidad e infraestructura.
En un videomensaje dirigido al VIII Foro Mundial del Agua, que se celebra en Brasilia, el director general de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), José Graziano da Silva, advirtió que dos tercios de la población mundial viven en condiciones de grave escasez de agua al menos una parte del año.
Esto provoca un grave impacto en las personas que dependen de la agricultura, que en algunos casos -en especial las más pobres-, pueden no tener otra alternativa que emigrar en busca de mejores medios de subsistencia.
“Pero la migración debería ser una opción, y no la única alternativa que les quede”, subrayó Graziano da Silva.
La FAO ha ofrecido los resultados de una nueva investigación, realizada junto a la Alianza Mundial en favor del Agua (Global Water Partnership) y la Universidad Estatal de Oregón, Estados Unidos, sobre el vínculo entre el agua y la migración.
El informe “Estrés hídrico y migración humana”, presentado en un panel de alto nivel en el foro, ofrece más de 100 estudios detallados, analizando sus resultados en términos de datos demográficos, temperaturas de la superficie y registros de precipitaciones.
La FAO también contribuyó a un capítulo sobre “Soluciones basadas en la naturaleza para gestionar la disponibilidad de agua”, en el informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) publicado con ocasión del Foro.
“Las estrategias de adaptación agrícola afectan a la necesidad de muchas personas de migrar y deben tenerse en cuenta de forma explícita en las políticas frente al cambio climático, entre otras”, indicó .
“Analizar las tendencias de la escasez de agua y prepararse ante ella resulta particularmente valioso, ya que permite intervenir para mitigar la presión de la migración forzada”, explicó el director de Tierras y Aguas de la FAO, Eduardo Mansur.
“Permitir la adaptación proactiva es una estrategia más efectiva y sostenible que ofrecer una respuesta humanitaria reactiva ante dificultades a gran escala”, añadió.
Una conclusión clave del informe es la necesidad de más información sobre las dinámicas del vínculo entre la migración y el agua en la India, Asia Central, Oriente Medio y la región central del Sahel, zonas que se espera figuren entre las primeras en enfrentarse a temperaturas medias de superficie superiores a la media y a una mayor escasez de agua en los próximos 30 años.
El sur y el sudeste de Asia están relativamente poco estudiados, debido a la gran longitud de sus costas y zonas bajas en los deltas de ríos, y si bien la escasez de agua en América del Sur y el norte de Asia es menos aguda, existen pocas evidencias en estas zonas sobre las presiones migratorias.
En las conclusiones del informe se indicó que el estrés hídrico se refiere en general a situaciones en las que no se satisface la demanda debido a una combinación de problemas de acceso y disminución en la disponibilidad y/o calidad del agua.
Tiende a aumentar como resultado de las altas temperaturas, la demanda creciente de los sectores agrícola, energético e industrial, y puede reflejar mayores extremos en las precipitaciones o vulnerabilidad a las inundaciones, así como condiciones más frecuentes de sequía.
Una infraestructura inadecuada puede agravar los déficits en la cantidad y calidad del agua, se advirtió en el informe.
Si bien algunos estudios demuestran una correlación entre el estrés hídrico y una mayor migración, la interacción causal aún no se entiende de manera clara, según el reporte
“Es esencial asegurarse de que la interacción entre la escasez de agua y la migración no se convierta en una de agravamiento mutuo”, aseguró Olcay Unver, al frente de la división de Tierras y Aguas de la FAO.
En el informe se estableció que si bien las intervenciones oportunas pueden mitigar la migración involuntaria, el impacto de los migrantes sobre el estrés hídrico en los lugares a los que llegan merece mayor atención, en especial porque los asentamientos informales implican a menudo formas de uso de la tierra que emplean el agua de forma diferente, dañan los ciclos hidrológicos locales o alteran los sistemas tradicionales que incentivan su conservación.
A la vez, los migrantes pueden contribuir de manera positiva a la gestión del agua y al desarrollo tanto en las comunidades de origen como de acogida a través de buenas prácticas, transferencia de habilidades y conocimientos, y el uso de las remesas.
El concepto de migrantes ambientales atrae cada vez mayor atención, y se requieren más datos para comprender y adelantarse a estas tendencias de forma oportuna.
Este es el mensaje que la FAO y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) destacan como copresidentes de los esfuerzos del Grupo Mundial sobre Migración en 2018 para ayudar a elaborar un Pacto Mundial para una migración segura, ordenada y regular.