Por Jorge Manrique, Rector del Colegio Jurista y Director general de Gobierno de Calidad, consultoría de políticas públicas.
Parte sustancial de la planeación de asignaturas universitarias está vinculado a inferir las competencias que se requerirán en el mercado de trabajo para maximizar las oportunidades de los profesionistas que pretenden ingresar al mercado laboral.
Sin embargo, cuando enfrentamos una crisis mundial como la actual, derivada de la pandemia del Covid-19, encontramos que no pueden establecerse blindajes perfectos para crisis futuras, pues lo que creíamos inamovible, aún las instituciones seculares y creencias profundamente arraigadas, de repente se truncan. ¿Cómo generar entonces herramientas para el futuro, cómo crear materias que sirvan a problemas que aún no aparecen?
Obviamente, los perfiles tecnológicos altamente cualificados incrementarán su demanda, pero estos profesionales representan una proporción pequeña del mercado laboral en su conjunto. La gran mayoría de trabajadores, en los diferentes sectores de actividad, deben también asumir estos cambios.
Así, no sólo se deben desarrollar nuevas capacidades, sino modificar su actitud ante el trabajo y las condiciones de la profesión. Entre las nuevas actitudes se pueden destacar:
Mentalidad digital. Es decir, contemplar la interacción con la tecnología de una forma diferente, comprender lo que supone en términos de transformación de los usos sociales e incorporarlo a la actividad diaria.
Flexibilidad y adaptabilidad. Resultan imprescindibles para sobrevivir en las organizaciones actuales. Los imprevistos ya son y serán parte integrante de la actividad laboral, y deben verse como oportunidades en el día a día.
Competencias no susceptibles de automatización. A pesar de los imparables avances de la robótica, los humanos aún tenemos rasgos propios difíciles de reproducir con la tecnología, como la empatía, habilidades sociales o creatividad.
Algunas nuevas profesiones apuntan ya en este sentido, como diseñador de contextos, que entrena los sistemas de inteligencia artificial en la visión holística de las situaciones, o entrenador de tono y lenguaje, para ayudar a procesadores del lenguaje natural a interpretar las expresiones más allá de su significado.
Orientación al aprendizaje permanente. Quizá la transformación más compleja, porque impacta en los modelos de relación laboral mencionados anteriormente. El trabajador deberá asumir una reinvención regular de su profesión a lo largo de la carrera, y esto supone una actitud de aprendizaje continuo.
En este momento, empresas, gobierno y universidades debemos invertir en políticas y sistemas que no solamente preparen para nuevas profesiones, sino que doten a los trabajadores con recursos para adaptarse a las muchas transformaciones que aún tienen que llegar.