Por Jorge Manrique, Rector del Colegio Jurista
En los planes educativos del mañana deberá presentarse una sinergia continua con la Iniciativa Privada y estar atentos a los cambios en las necesidades del mercado laboral. Por supuesto esto no es una tarea sencilla: implica alianzas estratégicas y minuciosas investigaciones de los actores productivos para responder a los requerimientos de empleabilidad y vigencia profesional.
De no instrumentarse el aprendizaje e investigación continua, cualquier plan educativo será obsoleto o irrelevante, en el mejor de los casos.
Estamos en un momento en el que el mercado laboral evoluciona de una manera distinta a como lo hacía hasta ahora. Aunque puede preverse un empleo menos presencial y un trabajo que se desarrolla por proyectos, también se anticipa un escenario dinámico y cambiante.
Ante esto si es posible anticipar que será crucial contar con conocimientos tecnológicos dado que el 30% de los empleos en el futuro se modificarán, mientras que uno de cada siete trabajos actuales desaparecerá.
Además, en estos momentos, más del 25% de las grandes empresas de la OCDE están teniendo dificultades para encontrar determinados perfiles tecnológicos. Por lo tanto, es imprescindible el dominio de las herramientas tecnológicas. Los conocimientos se ajustarán a las necesidades de talento de las empresas y en ellas anticipamos un importante componente tecnológico.
Pero la tecnología no es todo. Aunque si resulta crucial en el trabajo a distancia y en los modelos híbridos que ya empiezan a propagarse, crece la importancia de habilidades como la autonomía de gestión, comunicación y negociación.
En un mundo ágil, aumenta la importancia de habilidades como la adaptación y el aprendizaje continuo, como también la inclusión como un sistema arraigado de acciones y decisiones, el empleo de idiomas y el pensamiento crítico.
No podemos predecir entornos futuros, pero si anticipar que los trabajos mecanicistas y rutinarios son los que lograrán desplazar la robótica y tecnología, que las tareas rutinarias deberán enriquecerse para evitar que las sustituyan máquinas, y que más que nunca se requiere un compromiso con cada tarea que emprenda el profesionista del mañana.
Y no, la tecnología no es todo , pero si representa un punto de partida para cuestionar que tanto de nuestro conocimiento, valores y experiencia aportamos a una determinada causa. Esto es una tarea personal, pero las universidades tienen el reto de enseñar para la incertidumbre con herramientas fundamentales como acertadas tomas de decisiones, compromiso, automotivación, visión a futuro y otras.
Intercambio de puntos de vista, adopción de mejores prácticas, renovación continua de capacidades y habilidades, son herramientas fundamentales para mantener la vigencia profesional y laboral.
Para cerrar, es conveniente anticipar que, sin importar la tarea que se realice, la propia reinvención es lo que generará el mantenimiento de profesiones que aún no se crean para problemas aún inexistentes.
Y en este entorno, los centros educativos deberán ser puntas de lanza en la adopción tecnológica y el aprendizaje continuo. Todo va más allá de la tecnología.