GOBIERNO DE CALIDAD / Reinvención de la gobernanza corporativa

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Por Jorge Manrique, Rector del Colegio Jurista y Director General de Gobierno de Calidad, consultoría de políticas públicas

Milton Friedman se equivocó: Las empresas no tienen como único objetivo generar riqueza para sus inversionistas.

Trece años después de que ese Premio Nobel murió, la Mesa Redonda de Negocios, una asociación de los principales directores ejecutivos del país, se pronunció por una “economía que sirva a todos los estadounidenses”, incluidos clientes, empleados, proveedores y comunidades.

Hoy el daño ambiental, la injusticia social y racial, la desigualdad de género, la pandemia de COVID-19, la disrupción tecnológica y otras presiones obligan a las empresas a tener una mirada más amplia sobre su propósito y misión. A la par, las juntas de gobierno buscan profesionistas con experiencia en inversión de impacto, recursos humanos, auditoría y contabilidad, gestión de crisis e inteligencia artificial para enfrentar los nuevos desafíos.

El cambio en la manera de integrar a las juntas directivas permite comprender mejor y guiar a las empresas a través de entornos sociales y políticos más turbulentos e impredecibles.

Tal formación de la junta directiva no sólo ayuda a las empras a sortear crisis. También permite satisfacer las demandas de los clientes y empleados. Los stakeholders (partes interesadas) quieren que las empresas sean transparentes y auténticas sobre los objetivos ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG).

Sin embargo, aún existe un escollo en la manera de remunerar los esfuerzos por generar sustentabilidad y gobernanza idónea, pues se trata a los objetivos ESG como una bonificación, aunque la compensación puede incidir de manera notable en el rendimiento. Los parámetros ESG hasta ahora se mantienen altos.

Debemos considerar que el aumento de la inversión ESG hace que el capital sea más barato para las empresas verdes y más caro para las firmas que no lo son. La sustentabilidad/ecología y acciones que favorecen a la sociedad en general, como precios justos, buenas condiciones laborales y calidad a los consumidores, por ejemplo, se vuelven cada vez más relevantes.

ESG incide en la reputación empresarial y, por ende, en el valor real de la empresa. En las economías desarrolladas, incluso, las iniciativas ESG tienen un apartado específico en los estados contables y en los balances corporativos.

Mientras la sustentabilidad se relaciona de manera tangible en el valor accionario de las compañías de muchos países europeos y norteamericanos, por ejemplo, en las economías emergentes aún se visualiza como algo deseable y en ocasiones utópico.

Hasta ahora, en México no existen leyes contundentes que privilegian a las empresas que tienen medidas de responsabilidad social y sustentabilidad. No logran impactos cuantificados y directos en el desarrollo empresarial. Por ende, convendría alertar a la Iniciativa Privada de la importancia de modificar el desempeño tradicional de la empresa y sumarse a las tendencias ecológicas y de gobernanza. La llamada economía circular, esa que favorece a todas las partes interesadas, debe catapultarse para generar realidades más prósperas y felices para todos.

En definitiva, el ideario Friedman es un modelo obsoleto y hoy necesitamos cambios de paradigmas, pero también de nuevas leyes que favorezcan las iniciativas ESG.