Por Jorge Manrique, Rector del Colegio Jurista y Director de Gobierno de Calidad, consultoría de políticas públicas.
Covid-19 profundizó nuestra dependencia colectiva de las tecnologías digitales. Estamos en medio de la Cuarta Revolución Industrial: lo que funcionó o se mantuvo durante la economía analógica puede que ya no se aplique. Esto es particularmente cierto para algunas asignaturas como la responsabilidad corporativa.
Existen cinco aspectos de la economía digital que son relevantes en la ética empresarial: marketing digital, gestión algorítmica, procesos autónomos en productos y servicios, economía colaborativa y mayor transparencia y gobernanza de las partes interesadas.
Marketing digital. A estas alturas, estamos acostumbrados a ver anuncios de productos o servicios que aparecen en las pantallas de nuestra computadora o teléfono móvil de manera similar a nuestra última búsqueda en Google. Este es el ámbito del marketing digital, en el que las empresas utilizan big data sobre las actividades en línea, la ubicación e incluso el estado de ánimo de los consumidores mediante codificación facial.
Gracias a los algoritmos, el marketing digital puede dirigirse a las personas a través de ajustes de precios, así como el tiempo, el contenido y la forma de los lanzamientos. Claramente, el big data crea una asimetría de información, impensable en la vieja economía, que permite a las empresas atraer potencialmente a los consumidores a comprar productos y servicios que no necesitan o desean, a menudo a precios más altos.
Gestión algorítmica. Los algoritmos y los datos provocan cambios radicales. El comportamiento y el rendimiento de los empleados y las cadenas de suministro pueden ser rastreados y monitoreados. Esto permite a las empresas coordinar las tareas de trabajo y optimizar las estructuras de organización.
Inteligencia Artificial (IA) y procesos autónomos. A medida que los robots se vuelven cada vez más sofisticados, nos queda contemplar el escenario de ciencia ficción de la IA que supera a la inteligencia humana y toma el control de sí misma y de la humanidad, lo que a veces se describe como singularidad tecnológica.
Economía colaborativa. Si bien el intercambio de recursos puede beneficiar al medio ambiente y crear empleo, la economía colaborativa ha creado su propio enigma ético, en particular sobre la rendición de cuentas y la asignación de responsabilidades
Otra preocupación es que los sistemas de calificación de origen del consumidor podrían ser discriminatorios contra ciertos grupos. Si bien la ley impide que las empresas participen en la discriminación en el lugar de trabajo, las personas no están sujetas a los mismos estándares.
Transparencia y gobernanza de las partes interesadas. Big data, incluidos datos en tiempo real sobre cadenas de suministro complejas, y tecnologías como blockchain permiten a las empresas comunicar información a las partes interesadas con mayor transparencia y trazabilidad. Por otro lado, los medios digitales empoderan a las partes interesadas, como las redes de activistas o el público en general, para organizarse y comunicarse de manera más efectiva en sus esfuerzos por influir y presionar a las organizaciones sobre la responsabilidad corporativa.
Estos cinco fenómenos pueden afectar los fundamentos de la responsabilidad corporativa de tres maneras. Primero, pueden cambiar la respuesta a la pregunta: ¿Responsable de qué? La digitalización puede hacer que los problemas existentes de RC se manifiesten de maneras novedosas (por ejemplo, la privacidad del consumidor en entornos digitales; la pérdida de empleo a los robots; las condiciones de trabajo en una economía de conciertos; la transparencia del funcionamiento interno de la IA).
También puede intensificar los problemas existentes, como hemos visto con el marketing digital y la autonomía del consumidor, o con la gestión algorítmica y el tratamiento de los empleados. Pero la digitalización también puede ayudar a resolver los problemas existentes cuando mejora la transparencia, o cuando se pueden encontrar nuevas soluciones a grandes desafíos en dominios como la salud o la energía, gracias a la IA y el poder del big data.