Por Jorge Manrique, Rector del Colegio Jurista y director general de Gobierno de Calidad
Las universidades establecen nuevos modelos porque integran tres tareas esenciales: formación de personas, generación de conocimiento y vinculación social.
La formación de personas no solo se restringe a la excelencia académica, sino también en ética y ciudadanía.
En cuanto a generación de conocimiento se incluye la investigación de vanguardia y creación artística que responden a retos globales.
La vinculación social, en tanto, es la colaboración con comunidades, gobiernos y empresas para incidir en la realidad.
Estas funciones no operan aisladas: se retroalimentan y convierten a la universidad en un ecosistema de interacción intelectual, científica y creativa. Asi, se buscan generar paradigmas que respondan a retos y nuevas expectativas. En 2026 se vaticina la creación de entornos educativos que logren que los futuros profesionistas respondan en un ambiente lleno de volatilidad e incertidumbre.
Estas son las 10 tendencias que se enfrentan en el sector educativo.
Currículos transdisciplinarios y flexibles. Implica romper las fronteras rígidas entre carreras. Es decir, que un ingeniero estudie ética y gastronomía mientras un abogado practique arte y programación. Se trata de patentizar la importancia del pensamiento crítico de manera pragmática.
Educación basada en proyectos reales y comunitarios. Cada semestre vinculado a un reto social, ambiental o cultural. La universidad como laboratorio vivo de soluciones. Esto rompería la visión tradicional de que la academia y la empresa no logran conjunciones que solucionen problemas en la vida diaria.
Formación en ética, justicia y acompañamiento. No basta divulgar solo “valores” abstractos, estereotipados y “ajenos”, sino establecer prácticas concretas de dignidad, memoria y cuidado en los que los valores propios se vean reflejados. Es preparar profesionistas capaces de acompañar procesos de duelo, resistencia y reconciliación.
Tecnologías emergentes deben adoptarse como lenguajes comunes. Inteligencia artificial, biotecnología, energías limpias…no son asignaturas aisladas, sino herramientas transversales en todas las disciplinas.
Pedagogías de la ternura y la resiliencia. Espacios donde el cuidado, la escucha y la empatía sean parte del método. La ternura, por ejemplo, aparece como fuerza radical de aprendizaje y justicia. En la era del conocimiento, las personas y las ideas son primero.
Internacionalización con raíces locales. Estancias globales obligatorias, pero siempre vinculadas a proyectos en la comunidad de origen. Se busca aprender a ser ciudadanos del mundo sin perder la memoria ancestral.
Universidad como espacio gastronómico y ritual. Cocinas, huertos y mesas compartidas como aulas. La comida como pedagogía de convivencia, memoria y resistencia. Lo cotidiano se vuelve origen del conocimiento y de nuevas formas de compartir saberes, métodos y puntos de vista.
Evaluación transformada en acompañamiento. Sustituir exámenes por procesos de retroalimentación, mentoría y co-creación. Evaluar la capacidad de transformar, no solo de memorizar, trabajar en proyectos donde se comparta, aporte y transforme. El mentoring como parte de la cultura de retroalimentación y conocimiento continuo.
Gobernanza participativa y ceremonial. Estudiantes, docentes y comunidades deciden juntos. Cada decisión aparece como un acto público de responsabilidad y memoria. La democracia se vive y permea la visión de cada fututo profesionista.
Universidad como refugio y motor de futuro. Espacios seguros para la diversidad, la disidencia y la creatividad. La universidad como santuario de pensamiento crítico y acción radical. La universidad como espacio de respeto, diversidad y competencias.
La universidad evoluciona y continuamente aparecen políticas, métodos y paradigmas para transformar el devenir.


