Como si no debiera nada. Como si estuviera limpio de toda culpa, corrupción e impunidad, Carlos Romero Deschamps, Senador del PRI por Tamaulipas, se presentó en el atril de la ceremonia oficial del 78º Aniversario de la Expropiación Petrolera, encabezada por Enrique Peña Nieto y el Director de la Empresa Productiva del Estado (antes Pemex) a echarse su perorata, con un semblante de miedo, preocupación, de inseguridad, titubeante, como presintiendo que será el último, como pseudo representante de los verdaderos trabajadores de la petrolera, arropado por José Antonio González Anaya, de quien dijo “mi amigo el Senador”, que no le hizo cambiar el sombrío semblante de culpas y responsabilidades del caos que ha provocado en la representación laboral.
Quiero pensar que por protocolo tuvo que estar en el presídium de la ceremonia, aunque no merecía el lugar por la cauda de corruptelas propias, de sus hijos y de su primer círculo en el extinto STPRM. Pero no pudo estar y nada hubiese sucedido.
Algo tenía en la mente (no materia gris) Romero, pues sus palabras notaban desconfianza, incredulidad, confusión, ¡sorpresa de estar ahí!, pero por ser un evento republicano, puede entenderse que “debería” estar allí.
Como para motivarlo, y no lo consiguió, González Anaya, en más de dos ocasiones lo llamó “mi amigo” (con esos amigos para que quiero enemigos), pues su voz tornaba torpe, nada convincente, por eso no duró más de 10 minutos y cuando terminó se aproximó al inquilino de Los Pinos, quien le dio un apretón de manos y dos palmadas en su hombro izquierdo. Seguía asustado, pese a las porras de los acarreados que convidó el titular de la Empresa Productiva del Estado y el propio Romero Deschamps.
Hasta aquí lo que todos vimos a través de la televisión y la Internet.
Pero decía que el sorprendido Senador, se plantó en la plataforma oficial, en cuya espalda surgía erguido el busto, en tono oro, del ex Presidente Lázaro Cárdenas del Río, artífice en 1938 de la Expropiación Petrolera, que si estuviera vivo, hubiese sacado a patadas del sector petrolero a Romero Deschamps, por corrupto, tramposo e impune.
El improductivo Senador priista tamaulipeco, en sus 35 años de actividad legislativa, como Senador, diputado federal, otra vez en la Cámara Alta, más la local, ha presentado sólo dos iniciativas de reforma constitucional y sanseacabó. Pero eso sí, su cauda de corruptelas, prepotencia, etc. es más, mucho más larga que la cola de los dinosaurios tricolor, de las que la sociedad, México y el mundo se ha enterado.
No incluiré lo que sus vástagos y él, han hecho con el dinero de las cuotas sindicales. En varias entregas de esta Columna ya he dado cuenta, sino que ahora me avocaré a las denuncias legalmente presentadas por verdaderos trabajadores petroleros contra el pseudo líder, que obran en poder de la Procuraduría General de la República (PGR), por enriquecimiento inexplicable, fraude sindical, tráfico de influencias, administración fraudulenta, abuso de autoridad, lavado de dinero, usurpación de funciones, delincuencia organizada y otros delitos, como consta en las Averiguaciones Previas 1072/DDF/2004, en poder de la PGR, y la FDF-1/467/06-06 radicada en la Dirección de Delitos Financieros de la PGJDF.
Al respecto el Presidente del Frente Nacionalista Petróleo, Energía y Agua S.C que aglutina a más de 10 trabajadores sindicalizados, Raúl Romero Maldonado, muestra un documento de seis páginas en donde detalla los ilícitos de Romero Deschamps y su séquito, como el ex diputado federal del PRI, por Veracruz, Ricardo Aldana Prieto, quienes desviaron de la hacienda del STPRM, mil 680 millones de pesos, en el año 2000, para apoyar la campaña presidencial de su candidato (PRI) Francisco Labastida Ochoa, que al final perdió ente el panista Vicente Fox Quezada, pero el dinero robado a los trabajadores petroleros jamás se recuperó. El capítulo fue conocido como Pemexgate.
Esta denuncia tiene el proceso legal 45/202 del Juzgado Décimo Tercero de Distrito, en contra de Romero Deschamps, Manuel Limón Rojas, Fernando Pacheco Martínez y Ricardo Aldana Prieto, acusados de fraude, a través de un mecanismo que simuló un acto jurídico lícito para extraer mil 680 millones de pesos de Pemex, en favor de Labastida Ochoa y el PRI.
Andan por ahí bailando otros 350 millones de pesos, que salieron del país, denunciado por el Frente Nacionalista Petróleo, Energía y Agua, como lavado de dinero, por lo que acudieron a la Unidad de Inteligencia Financiera, de la Secretaría de Hacienda, pero les rechazaron la querella, pidiéndoles fueran a la PGR, pero la dependencia hacendaría conocía del caso y por omisión o colusión –acusan- ejecutaron una acción protectora a Romero Deschamps.
Estos son sólo algunos casos de los miles –y no exagero- en los que está metido hasta el fondo el Senador tamaulipeco y sus cómplices, especialmente Ricardo Alnada, sus hijos Paulina y José Carlos, quienes se dan vida de lujo, de dispendio, ostentación, insulto, con dinero robado a los auténticos trabajadores petroleros (de las cuotas sindicales o de obsequios de la Dirección General de Pemex). ¡Ah, olvidaba que Don Arturo, el chófer de Romero Deschamps, es un jugador consuetudinario en las carreras de caballos, tanto en el Hipódromo de las Américas, como sus similares de Estados Unidos (vía televisión) en donde acostumbra apostar más de 30 mil pesos por asistencia.
Es un enorme jugador, dicen taquilleros y meseros del Restaurante 1943, del Óvalo de Sotelo. No falla, llega siempre después de las 4 de la tarde, toma su “periquera” cercana a las taquillas y desde ahí, con fajos de billetes de 500 y mil pesos, transcurren 4 horas de apuestas, en donde siempre pierde.
Y la pregunta surge: ¿Con salario de chófer, puede darse esos despilfarros? Desde luego que no. Todo hace pensar que de las cuotas de los petroleros, el conductor de Romero, malgasta dinero apostando a caballos.
Sólo esto pasa en México. Un líder sindical corrupto e impune, se codea con las autoridades federales (protocolo o no) en un acto cívico oficial encabezado por el Ejecutivo Federal.
Con qué cara, con qué calidad moral y ética puede un sujeto corrupto, comprobado nacional e internacionalmente, compartir foro, micrófono y escenario con el mandatario de un país… bueno en Brasil acaba de darse lo mismo, entre Dilma Rousseff y Luiz Inacio Lula Da Silva. Pero retomo lo nuestro. Hablar a nivel nacional en un evento eminentemente social, en el que gente indeseable, no sólo no debió estar ahí, sino detrás de las rejas, no debió participar en el programa; pues se le ha comprobado su ilícita actividad en donde el dinero es el denominador común.
Fue una mala señal, lo había dicho en entregas anteriores, que el líder del ex tinto STPRM hubiese subido al presídium, porque si de combatir y erradicar la corrupción en México se trata, hoy bandera del gobierno de la república, cómo fue posible que le hayan “dado juego”, cuando ni sus palabras, actitud y persona son dignas de credibilidad y sí de muchísima sospecha comprobada.
Y decirle “gran amigo” resultó un golpe en el rostro, por parte de José Antonio González Anaya, a los auténticos hacedores de la riqueza del petróleo, los asociados.
El mal está hecho, sólo queda una solución para acabar con este sujeto indeseable. Obligarlo a dejar la Secretaría General, junto con su séquito; jubilarlo y si no quieren meterlo a la cárcel –con todas las pruebas expuestas- equivaldría a prostituir una Ley anticorrupción, de la que Romero Deschamps, es fiel ejemplo.
Déjenlo con el mal entendido Fuero Constitucional, como Senador, tendremos que soportarlo tres años más, pero que nunca más se acerque a instalaciones petroleras, porque su ADN (corrupción) infectaría otra vez lo que se quiere limpiar.
¡¡Mi “gran amigo”!! Vaya desfiguro discursivo de José Antonio… Y parecía que iniciaba bien.
*Miembro de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT)