A través de una conferencia virtual por zoom, el historiador y cronista de la ciudad de Querétaro, Eduardo Rabell Urbiola, presentó ante miembros de la Academia Nacional de Historia y Geografía (ANHG) -patrocinada por la UNAM- una investigación paleográfica y diplomática sobre el testimonio de cédula de fundación de la capital del estado, Santiago de Querétaro.
El Maestro en Historia por la Universidad Autónoma de Querétaro llevó a cabo un estudio exhaustivo de los documentos de fundación de Santiago de Querétaro, y aunque no existe una cédula original de este hecho porque el archivo municipal fue quemado en 1864, tuvo acceso a un documento que data de 1892, el cual fue certificado por escribanos y notarios que lo confrontaron con el proveniente de otro de 1761, que hace mención a uno más que tiene inserto el texto original de 1537; vuelve a otro de 1609 y cita que en 1614 los Oidores cumplieron con el ritual de obediencia y ordenaron su pregón con la fórmula de traslado de 1761.
Después de analizar minuciosamente dicho documento y otros anteriores, el historiador y cronista llegó a la conclusión de que la verdadera fundación de la ciudad fue en 1761 porque fue cuando entró en la Real Audiencia de México, que había sido creada en diciembre de 1527 para servir de tribunal a los territorios que estaban hasta ese momento bajo el gobierno de Hernán Cortés, básicamente para limitar sus poderes.
Relató Rabell Urbiola que, según el registro que data de 1537, “los señores Reyes hicieron merced por una Real Cédula a Don Nicolás de San Luis y a Don Bartolomé Jiménez, caciques principales del pueblo de Xilotepeque, licencia y facultad para que poblasen el pueblo de chichimecas de esa Nueva España según y en la forma en que se les manda…”. Lo que pedían era que se les señalaran las tierras necesarias para asentar y labrar casas y edificios que se ofrecieran para la habitación de sus moradores.
Asimismo, se les dotaba de dos sitios de estancia para ganado en la zona montuosa sur del Cimatario y se les permitía hacer uso y aprovechamiento de las maderas de sus montes, no talándolos, no consumiéndolos del todo, es decir que los pobladores explotaban madera, pero de manera sustentable para que no se les acabara el recurso; hoy esa zona se ha llenado de desarrollos habitacionales, lamentó Rabell Urbiola.
De esta manera, el virrey Antonio de Mendoza y el Consejo de Indias otorgaron la licencia para que establecieran el pueblo de Santiago de Querétaro, dotándolos de tierra para ejidos y dehesas, para edificar la Casa del Ayuntamiento, para la plaza y para sus casas, con calles y entradas libres y salidas en buena disposición, conforme quedó establecido en el escrito mencionado.
Pero la primera cédula de fundación de Santiago de Querétaro como ciudad se expidió en Madrid, España, el 14 de abril de 1609 y está firmada por un escribano de apellido Pardo, cuyo nombre no se puede ver porque el papel está deteriorado, indicó el historiador, quien explicó que Querétaro era un pueblo mestizo; primero fue indígena hasta 1531 y después de una batalla ganada por los españoles gracias al apóstol Santiago, se transformó en cabildo mestizo, pero era una villa que no tenía personalidad jurídica.
Se refirió a la leyenda de la fundación de Querétaro, según la cual en medio de una cruenta batalla entre indígenas y españoles la luna eclipsó al sol en el cerro de Sangremal y apareció la figura del apóstol Santiago blandiendo su espada sobre su caballo; sorprendidos por esta escena, los naturales observaron una gran cruz luminosa junto a la figura y se rindieron. Al respecto, el maestro Rubiell Urbiola dijo que un fraile cronista dejó testimonio de que los españoles, al ver la batalla perdida mandaron quemar la pólvora que tenían, lo que causó pavor entre los indígenas que por esta razón se rindieron.
Acerca de este hecho, Edgar Moreno Pérez, dedicado a la investigación en disciplinas de historia y antropología social, sostiene que todo mito busca justificar hechos o explicarlos, y en el caso concreto del relato fundacional de Querétaro, fue una historia creada por la orden franciscana en el siglo XVIII con el objetivo de mantener su poder político sobre la región.
Mientras que el recientemente fallecido cronista del estado de Querétaro, Andrés Garrido del Toral, aseguraba que el relato sirvió a los franciscanos para defender de la Corona Española a la iglesia y el convento de la Santa Cruz, pues las autoridades solicitaban su destrucción con el argumento de la falta de un permiso que acreditara su existencia.
Más allá de la alegoría están los documentos y por ello el historiador Rabell Urbiola insiste en que la fundación legal de Santiago de Querétaro se dio en 1761, cuando se le otorgó la Cédula Real e ingresó a la Real Audiencia de la Nueva España. En ese año, el 21 de agosto, Vicente Ferrer Claudio Morales, gobernador de los naturales de la ciudad, solicitó que se le entregara una refundación de esa ciudad y presentó un escrito anterior sobre el particular para su justificación y pedía que se mandara que uno de los escribanos del teniente general de la ciudad, Atanasio Francisco de Arce, para que diera fe, y por tanto suplicaba hacer poner Cédula Real.
Citó el cronista queretano la parte siguiente del texto que revisó: “Y vista por su merced la hubo por presentada y por demostrada la Real Cédula que expresa y mando que el presente escribano dé de ella al suplicante, uno o más testimonios que necesite autorizados en público de manera que haga fé insertando por principio su escrito y este auto se entreguen y devuelvan la dicha Real Cédula para los efectos que convengan a quien lo proveyó, mandó y firmó. Doy fé, Atanasio Francisco de Arce. José Carlos de Erasso. Escribano real y público”.
La investigación del historiador lo llevó a constatar que fueron diferentes manos y tintas con las que se escribió el documento que concedió el título de ciudad a Santiago de Querétaro. La cédula contiene un mandato de gobernación indispensable para la validación del documento.
Rabell Urbiola puso en evidencia que el título de noble y leal ciudad para Santiago de Querétaro se consiguió a través de Andrés de Rosal del Río, un español que llegó a la región a vender títulos nobiliarios y de propiedad, de manera que los principales del pueblo se juntaron para reunir la cantidad que les pedía. De Rosal estaba autorizado por la corona para vender estos documentos porque el rey de España necesitaba recursos y era necesario allegárselos de cualquier forma.
Más adelante, el cronista de la ciudad de Querétaro detalló que la diplomática es la ciencia que juzga la autenticidad o falsedad de los documentos antiguos por medio del estudio de sus caracteres. Dijo además que es una ciencia auxiliar de la Historia que nació en el siglo XVII, cuando el documento de archivo fue considerado fuente importante de conocimiento histórico, aparte de su función como instrumento legal o jurídico como prueba de derechos adquiridos.
En tanto que la paleografía es la técnica que consiste en leer los documentos, inscripciones y textos antiguos y en determinar el lugar del que proceden y el periodo histórico en el que fueron escritos.
Estas dos herramientas le permitieron al maestro Rabell Urbiola interpretar la Real Cédula de fundación de la ciudad de Santiago de Querétaro y validar que el acta diplomática dio certeza al documento que tuvo en sus manos.