Por Norma L. Vázquez Alanís
Aunque las bibliotecas se conciben como una caja de libros por la etimología de la palabra, actualmente se han abierto a otros horizontes con las nuevas tecnologías y la era de la digitalización, gracias a la cual es posible visitar a distancia esos recintos, lo mismo que hacer en línea consultas de su acervo.
Así lo expuso en su conferencia virtual sobre la Biblioteca de la Academia Nacional de Historia y Geografía (ANHG) el doctor en bibliotecología por la UNAM y maestro en antropología social por la ENAH, José Roque Quintero.
El también miembro de la ANHG desde hace 24 años, es el director de bibliotecas de la institución, ha realizado un trabajo exhaustivo tanto de rescate como de clasificación de su acervo, y considera que en esa biblioteca “hay muy buenos ejemplares, pero no sabíamos dónde estaban, por lo que fue necesario clasificarlos”.
Por su parte la presidenta de la ANHG, maestra Elizabeth Rembis, señaló que gracias al trabajo del doctor Roque fue posible rescatar parte de las memorias de la Academia desde 1925 que fueron dañadas por la excesiva humedad, pues el drenaje de la calle queda por arriba de los edificios e inunda los sótanos, lugar donde estaban esos volúmenes.
En lo que se volvió una llamada de alerta para su auditorio y sus bibliotecas particulares, el experto habló de los microorganismos e insectos que son enemigos del papel. Mencionó entre ellos el pescadito de plata, el piojo del libro, ácaros, moscas, mosquitos, pulgas, arañas y hormigas, así como hongos como el foxing, que es provocado por las fibras utilizadas en la fabricación del papel en combinación con los ácidos de las tintas para imprimir, el elevado grado de humedad, las altas temperaturas y un medio ambiente contaminado.
También las bacterias dañan la estructura del papel, todo ello como consecuencia del descuido, el hacinamiento y la falta de limpieza. Los libros no se pueden limpiar con agua, porque entonces conservan la humedad y se echan a perder.
Un riesgo adicional son los hongos filamentosos que se encuentran en el suelo y llegan a los libros a través de los zapatos de la gente. Las obras se degradan por los altos niveles de humedad o la falta de ventilación, insistió, y comentó que se les debe manipular con guantes, y usar cubrebocas y “goggles“ para protegerse porque los hongos se pueden pasar a los humanos. Al respecto, señaló que no es raro que los bibliotecarios sufran de infecciones en la garganta y además recomendó no consumir alimentos dentro de las bibliotecas.
El doctor Roque Quintero informó que las obras del Fondo ‘Luis Maldonado Venegas’ de la Academia ya fueron limpiadas y ordenadas para su consulta, y adelantó que se va a formar la biblioteca digital para que los volúmenes estén disponibles en línea las 24 horas, los 365 días del año y sean consultados sin tener que acudir a la sede de Londres número 60, Ciudad de México.
Indicó además que el fondo reservado cuenta con 147 obras con más de cien años de haber sido editadas, y el fondo de publicaciones periódicas está integrado por muchos volúmenes de revistas empastadas y se va a valorar si vale la pena quedarse con los ejemplares que quedaron sueltos.
Anticipó que habrá cursos de capacitación para que los usuarios de las bibliotecas de la ANHG lleven a cabo sus consultas de manera más amigable y facilitarles el acceso a la biblioteca virtual.
De libros y bibliotecas
En una parte de su exposición, el también antropólogo social se refirió a que los libros pueden ser considerados bonitos por varios factores como el reconocimiento del autor, las ilustraciones -especialmente las muy antiguas que se hacían con colores elaborados a base de elementos naturales-, la tipografía, la letra capitular, el tema y la encuadernación, que antiguamente podía ser de piel humana además de la de animales, o bien de madera y metal para resguardar el libro.
Refirió que los libros más leídos son La Biblia, que ha sido impresa entre dos mil 500 y seis mil millones de veces, El Libro Rojo de Mao entre 800 y 900 millones de ejemplares publicados, El Corán que ha sido impreso 800 millones de veces, Poemas del presidente Mao con 400 millones de impresiones y El Quijote con 400 millones.
En cuanto a las bibliotecas en México, indicó que la mayoría están en inmuebles que fueron conventos o monasterios. Entre las más importantes citó las de la Secretaría de Hacienda, del Congreso, la José Vasconcelos en la Ciudad de México, la Benito Juárez de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, la Palafoxiana en la ciudad de Puebla, la biblioteca pública de la Universidad Michoacana con un fondo bibliográfico que va del siglo XV hasta principios del siglo XX, y la biblioteca Solidaridad de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
En cuanto a los recintos de este tipo en el mundo, destacó la biblioteca pública de Karabuk, en Turquía, cuyo edificio semeja libros; la Tianjin Bhinal en China, la biblioteca más grande y futurista del orbe, y el Real Gabinete Portugués de Lectura que alberga una biblioteca y un centro cultural en Río de Janeiro, Brasil.
Otras son la del Parlamento de Canadá, último vestigio del complejo parlamentario original destruido por un incendio en 1916; la Real Biblioteca de Mafra con volúmenes de gran valor del siglo XVIII, la Biblioteca Apostólica Vaticana que alberga documentos de los papas desde el siglo IV, y la biblioteca de la abadía de Waldsassen, que data de 1433 pero se empezó a usar en 1724 gracias al abad Eugene Schmidt.
El doctor Roque Quintero señaló que hay bibliotecas que han sido diseñadas para ser la memoria de la humanidad y sostuvo que la biblioteca es la institución más democrática del mundo.