Investigadores buscan rescatar el cultivo de especies nativas mexicanas: chía y cempasúchil

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En 2014, un grupo de académicos de la FES Cuautitlán y del Instituto de Química (IQ-UNAM) creó una nueva variedad de cempasúchil (Tagetes erecta L.) de brote robusto (cercano a los 50 gramos), que a la semana de ser sembrado mostró una plántula de cotiledones gruesos y una vasta adaptabilidad climática, con la que se lograron plantas vigorosas, de un alto rendimiento de biomasa y elevada concentración de pigmentos.

Años más tarde, el interés del doctor José Luis Sánchez Millán, investigador de esta Facultad, por defender ésta y otras especies nativas de México del robo y explotación internacional, lo llevó a unirse a un nuevo equipo para trabajar en el mejoramiento y aprovechamiento integral de dos especies fundamentales en nuestra cultura que, por el desconocimiento y la fluctuación de sus precios en el mercado, hoy se encuentran en el abandono: la chía y el cempasúchil.

Actualmente el equipo está conformado por los doctores Millán, Deneb Camacho Morfín, Elsa Gutiérrez Cortez y María de la Luz Zambrano Zaragoza, de esta multidisciplinaria; Alejandro Heredia Barbero, del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN-UNAM); Alfredo Maciel Cerda, del Instituto de Investigaciones Materiales (IIM-UNAM); Enrique Fuentes Prado, de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP) y Juana Isela Rojas Molina, de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).

Chía, una semilla con gran porvenir

La Salvia hispánica L. (chía) es una planta herbácea nativa de México, cuya semilla es apreciada por su gran contenido nutrimental, ya que posee alto contenido de ácidos grasos omega 3 y 6, es rica en antioxidantes, excelente fuente de fibra y con gran aporte de proteínas. Por tanto, fue consumida por guerreros aztecas que subsistían en batallas y expediciones, alimentándose con sólo una cucharada.

No obstante, con el paso del tiempo, las especies decrecieron y su cultivo quedó relegado a comunidades aisladas y en peligro de extinción, siendo hoy Argentina, Paraguay y Bolivia los que lideran el 80% de la producción mundial.

Con el objetivo de ofrecer más oportunidades de producción a los agricultores, los investigadores se enfocan en el “Desarrollo de un sistema matricial polimérico de proteínas de lactosuero-polisacáridos como fuente de calcio altamente disponible”, a partir del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) IA20712.

En él, se plantearon resolver aspectos básicos que contribuyeran a incrementar el rendimiento del cultivo de chía, como la densidad de siembra, considerando variaciones entre grano y forraje; las curvas de extracción de nitrógeno, fósforo y potasio; las fechas de sembrado, así como sugerir dosis de fertilización, a fin de alcanzar un sistema de producción científico fructífero.

En 2021, el trabajo comenzó con la siembra de chía en agosto y la floración se alcanzó exactamente a los 50 días, coincidiendo con los ciclos de cultivos pasados. “Este indicio podría comprobar que la florescencia es fotosensible, pues responde a la longitud del día más que a la temperatura o la presencia de agua”, explicó el doctor Sánchez.

Uno de los procesos aplicados que ha mostrado efectos positivos en los cultivos de Salvia hispánica L. es la radiación gamma de Cobalto 60, pues debido a que produce alteraciones en el ADN se logró un crecimiento significativo y una modificación de sus propiedades fisicoquímicas, generando estímulos de rendimiento de mucílago en grano.

De igual forma, proponen emplear la chía como forraje, un uso que desde hace tiempo le dan en Italia. “Nos interesa saber si se producen cantidades tales que, al ser administrado a rumiantes (como la vaca lechera), la leche ordeñada preserve todos los beneficios nutracéuticos: alto contenido antioxidante y ácidos grasos capaces de prevenir y tratar enfermedades cardiovasculares. De ser así, podríamos ofrecer un alimento con alto valor nutricional económico para las crías y los humanos”, reveló el docente.

Para demostrar lo anterior, alimentarán a los caprinos del Centro de Enseñanza Agropecuaria (CEA) de la FES Cuautitlán con la cosecha que el académico sembró en agosto. Posteriormente, se realizará un análisis proximal centrado en la materia seca, proteína cruda y el extracto etéreo, con la intención de establecer dos rutas de conservación para el forraje, henificado y ensilado.

Aunado a ello, descubrieron tres productos potenciales de alto valor nutritivo para uso pecuario a partir de la separación de la semilla de chía (grano, mucílago y cascarilla). “Cuando se ha administrado esta torta de chía a las gallinas ponedoras su nivel de colesterol baja y en cerdo se consigue una carne más magra, lo cual demuestra un impacto de la proteína en el uso pecuario”, destacó el doctor Sánchez.

Por otra parte, la doctora Gutiérrez ha extraído de forma mecánica el mucílago de la semilla de chía para deshidratarla y reducirla a polvo. El objetivo es utilizarlo como aditivo en la industria alimentaria, ya que este polisacárido natural tiene la función de crear una barrera protectora en el tracto digestivo.

“La chía y el cempasúchil son sembradíos olvidados; sin embargo, del cempasúchil obtenemos colorantes naturales para usarlos en carne, mermeladas y otros productos procesados, y de la chía extraemos una fibra soluble que puede utilizarse en la elaboración de yogurt, salchichas, mayonesas por ser un emulsificante que además arrastra el colesterol, el azúcar en la sangre y los triglicéridos, también es útil en la industria cosmética”, aseguró la académica.

La flor de cempasúchil, más allá del Día de Muertos

Según leyendas prehispánicas, la flor de cempasúchil se usó por primera vez en altares de Malinalco. Se creía que sus botones guardaban la tibieza del día y su aroma guiaba a los muertos. Hoy, la producción de México es meramente ornamental, con apenas 20 mil toneladas anuales, e importando cerca de 100 millones de gramos de pigmento al año procedentes de China, ya que el caroteno es el más usado por la industria avícola, para dar color al pollo y a la yema del huevo.

Con el objetivo de incrementar la calidad y mejorar el rendimiento del cempasúchil, actualmente el investigador también aplica radiación gamma de Cobalto 60 para controlar la altura de la planta. Con esta metodología se podría iniciar un proceso de mecanización de cosecha que reduciría costos (pues gran parte de las ganancias de la producción son destinadas a la pizca).

Además, se podrían obtener por lo menos tres producciones anuales y ofrecer más alternativas a los agricultores, demostrando que el cultivo del cempasúchil puede ser dirigido al uso industrial y no sólo al ornamental, durante la festividad del Día de Muertos.

Consciente de que las demandas del campo deben ser atendidas en conjunto entre investigadores, productores y autoridades federales, además el universitario trabaja en la consolidación de la Red Nacional de Cempasúchil y la Red Nacional de Chía, que aún se encuentran en proceso ante la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), mediante las cuales se pretenden crear vínculos para abatir la desinformación y resolver problemáticas reales del campo mexicano.

Con todas estas acciones el doctor Sánchez hace un llamado para recuperar recursos que forman parte de nuestra identidad. “El cempasúchil para los chinos es un cultivo exótico que llegó de México y les ha dado mucho dinero. Nuestro país también tiene esta posibilidad, la diferencia es que esta flor es parte de nosotros, de nuestra cultura y tradición”, destacó.