Un grupo de investigadores de cuatro instituciones mexicanas, entre ellas el CICESE, desarrollaron un modelo para clasificar las islas del noroeste de México en relación con las características de las poblaciones de aves marinas, las amenazas que enfrentan, así como los retos y oportunidades de hacer investigación para mejorar los planes de conservación y manejo de estas especies.
Tras recopilar y analizar 119 documentos de la literatura disponible que abarcan 97 años de registro histórico de 11 familias de aves marinas (entre 1922 y 2019), el grupo documentó que los archipiélagos de Revillagigedo, San Benito, Coronado, San Lorenzo y Natividad son las islas más importantes del noroeste de México para las aves marinas.
En el artículo “Retos y prioridades para la conservación de aves marinas en el noroeste de México”, publicado en mayo de este año en la revista científica Waterbirds, los investigadores comparten el modelo que desarrollaron para asignar valores a estas islas y archipiélagos que indica cuáles son las amenazas de las especies, los retos de realizar investigación para conservarlas y las oportunidades de acción.
Varias poblaciones de estas especies se encuentran en un estatus de conservación vulnerable, en peligro o crítico, por diversas amenazas como la introducción de especies invasoras, pérdida de hábitat y el compartir espacios con las actividades pesqueras. Para la mayoría de las islas mexicanas existen estudios y planes de manejo que tienen el objetivo de proteger a estas especies. Sin embargo, frecuentemente estas formaciones se utilizan también con fines de pesca comercial, lo que subraya la necesidad de analizarlas a partir del traslape de actividades.
Las islas y archipiélagos de la península de Baja California son zonas vitales para las aves marinas, ya que allí se reproducen, anidan y crían. Después de reproducirse se dispersan a otras latitudes para alimentarse el resto del año, por lo que México escala a un compromiso internacional en términos de conservación.
El archipiélago de Revillagigedo está en la cima de la lista de sitios con prioridad de conservación. Entre las especies que crían allí, está la pardela de Townsend, la única especie que crece en México considerada en peligro crítico por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Históricamente, esta especie crecía en tres islas del archipiélago, Socorro, Clarión y San Benedicto. El monitoreo a largo plazo que ha realizado el Instituto de Ecología confirma que las colonias permanecen en el Socorro y Clarión, pero la colonia de San Benedicto no se ha reestablecido después de la erupción del volcán Bárcena. Es de suma importancia continuar el monitoreo para detectar los intentos de recolonización en esta isla. Además, este archipiélago es el único sitio de México en donde crece el albatros de patas negras, el bobo de Nazca y el rabijunco cola-roja. También es hogar de la única colonia subtropical de albatros de Laysan en el mundo.
El segundo sitio lo ocupa el archipiélago de San Benito, hogar de más de 3 millones de individuos de diferentes especies. Esto lo convierte en el lugar de mayor abundancia en el noroeste de México. Aquí habitan los mérgulos de Guadalupe (en peligro de extinción) y de Scripps (especie vulnerable), así como la alcuela oscura (también vulnerable).
El tercer lugar es para el archipiélago de Coronado, el punto más al sur donde habita el paíño cenizo (amenazado) y, a la vez, el sitio ubicado más al norte donde permanecen las colonias del paíño negro y el bobo café.
El archipiélago de San Lorenzo está en el cuarto lugar de la lista de prioridad. Esta zona hospeda a 13 especies de aves marinas. Algunas de sus islas albergan cantidades importantes, como la Isla Rasa, donde crece 95 por ciento de la población global de la gaviota mexicana (de Heermann) y el charrán elegante. Isla Partida hospeda 80 por ciento de la población global de los paíños negro y menor. El archipiélago también cuenta con un porcentaje alto de la población global de la gaviota de patas amarillas; la cual se estima en 20 mil pares y principalmente se concentra en el Golfo de California.
En el quinto lugar de prioridad está la Isla Natividad. A pesar de estar cerca del archipiélago de San Benito, esta isla es importante porque alberga 95 por ciento de la población global de la pardela negra.
Retos y prioridades
Entre los principales retos encontrados por el grupo de investigadores, se encuentran la poca información disponible, la falta de seguimiento a monitoreos por especie y las condiciones difíciles para acceder a algunos sitios de observación, sobre todo donde anidan las aves marinas; ya que algunas especies lo hacen en acantilados y madrigueras, mientras que otras tienen hábitos nocturnos.
Los investigadores incluyen que algunos planes de manejo de las áreas naturales protegidas que utilizaron para el análisis presentan datos de presencia y ausencia. Sin embargo, en ocasiones carecen de registros sobre la residencia de la especie, si migra o se cría en la isla. Otro hallazgo es la irregularidad de visitas a las islas para la estimación del tamaño de las colonias de aves marinas. Se desconoce si las poblaciones aumentan, son estables o disminuyen. Como los números pueden estar subestimados, el grupo de investigación enfatiza la necesidad de hacer ciencia básica a mediano y largo plazo que se enfoque en las tendencias poblacionales, la influencia de la variabilidad ambiental, las alteraciones y los impactos de los humanos sobre las poblaciones.
Agregaron la necesidad de incorporar tecnología nueva para obtener datos más precisos en los monitoreos. Recientemente, con el uso de drones es posible generar fotografías aéreas y construir ortomosaicos georreferenciados para contar madrigueras de aves marinas con un error de detección de 5.6 por ciento. Otra técnica es el uso de marcajes y seguimiento satelital para identificar la distribución de las especies, así como el análisis de isótopos estables para determinar la dieta y los movimientos que realizan fuera de la temporada de crianza. Estos métodos han sido aplicados recientemente, en 2019, por la Dra. Cecilia Soldatini y su equipo de trabajo en la Unidad La Paz del CICESE.
En este estudio participaron los investigadores Yuri Albores Barajas, Roberto Carmona y Víctor Ayala Pérez (Universidad Autónoma de Baja California Sur), Horacio de la Cueva (CICESE), Cecilia Soldatini (CICESE Unidad La Paz), Juan Martínez Gómez (INECOL) y Enriqueta Velarde (Universidad Veracruzana).