La Fiscalía General de la República no es para “cuidar espalda”

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Cuando las decisiones se toman por capricho, por miedo, por prepotencia, por conveniencia, por reacción, no con talento, capacidad, interés de la nación, por perfil profesional. Para ocultar deficiencias, intolerancia y  por temor a lo que suceda en el futuro próximo, siempre salen mal, se revierte, se asume la “mea culpa” de actos y acciones equivocadas, erróneas y por incapacidad.

La necedad es la reina de la mentecatez, la estulticia, de la ignorancia. Pues bien, en esto se cae Enrique Peña Nieto, por su intransigencia en dejar “a fuerza” a Raúl Cervantes Andrade, como Fiscal General de la República, por un periodo de 9 años, cuando como Procurador General no ha dado una y su actuación ha sido insulsa, gris, intrascendente.

¿Por qué actúa así el inquilino de Los Pinos, a 16 meses de que concluya su fallido sexenio? Bueno, la respuesta tiene varios escenarios, ninguno bueno. Obedece a una reacción al juicio de la historia y por qué no al juicio popular y legal, por su incapacidad de gobernar y destrozar la calidad de vida de 120 millones de mexicanos, a los que –en campaña- prometió y firmó ante Notario Público, cumplir sus promesas; cosa que también mintió y faltó a lo más sagrado de una persona: honrar su palabra.

Desde ahora, el mexiquense pretende tejer una red de protección legal, para cuando deje el cargo que nunca supo desarrollar, y en cascada los grupos políticos de oposición, de la sociedad, de los mexicanos, de su propia conciencia (si es que tiene), de la gente dañada, le exijan cuentas y tenga que pagar sus mentiras, corrupción, incapacidades y omisiones, que constitucionalmente son delitos (en función pública) que conllevan punibilidad.

No es normal su obsesión porque un “amigo” quede al frente de la instancia judicial que persigue los delitos por mala administración pública. Se obstina en dejar un funcionario a modo para que no lo persiga, que alargue los hechos, dar carpetazo o de plano por cansancio dejarlo en un tema más de corrupción e impunidad, como ya lo probaron la Secretaría de la Función Pública (SFP) y la PGR en el caso de La Casa Blanca de las Lomas de Chapultepec.

Peña Nieto pretende una vez más engañar a los mexicanos, aduciendo que sus reformas estructurales, en este caso Judicial, modernizaron y eficientaron la impartición de justicia. Pero no olvidemos que Raúl Cervantes es un Procurador más del sexenio (Murillo Karam,  Arely Gómez) que no da resultados, pues los asuntos de muertos, desaparecidos, incinerados, etc. siguen impunes: Tlatlaya, Ayotzinapa, Nochixtlán al que se suma el de corrupción de Pemex/Odebrecht.

Con estas inconsistencia del “señor Procurador Cervantes”, ética, profesional y por vocación, no tiene derecho a asumir un cargo de tanta responsabilidad si no ha dado resuelto, pues la Fiscalía General de la República demanda un funcionario probo, ético, imparcial, experto, incorruptible, transparente y moral, cualidades de las cuales carece el pretenso “amigo” de Peña.

Además tiene otro hándicap en su contra, es priista, por lo tanto parcial. Y un Fiscal General debe ser, por dignidad, apolítico. Tiene que ser un académico, un estudioso inmaculado, un sujeto de probada capacidad y lucidez ética, de lo cual carecen los políticos, mexicanos, son saltimbanquis, como es el caso, que ayer fue integrantes del staff de  campaña electoral, como premio Diputado, Senador y luego habilitado Procurador General de la República; precisamente por esa inexperiencia y pasado político, no puede ser Fiscal, porque el político por naturaleza y adopción es corrupto.

¿Por qué Peña Nieto, para proponer al Abogado de la Nación, no mira a las universidades, a las escuelas especializadas en Derecho, a expertos en garantías individuales (derechos humanos), a Colegios en la especialidad?  Porque no le conviene, pues este privilegiado grupo de académicos no solaparía las corruptelas de un sujeto que falló como Ejecutivo Federal y tendría que pagar (legalmente) por su incapacidad y corrupción. Por eso, ante su sombrío futuro busca al amigo manejable, manipulable, que le devuelva el favor, que por nueve años goce  los privilegios de burócrata divino, intocable y encubridor.

Por eso la lucha de los partidos de oposición (menos el PAN) en el Senado, para impedir que Peña Nieto y Raúl Cervantes Andrade se salgan con la suya, autorizando el pase automático de Procurador a Fiscal General de la República paras los fines que ha maquinado el inquilino de Los Pinos y salvar su pellejo.

Los mexicanos exigimos una Fiscalía autónoma, independiente, capaz, que responda a las demandas y necesidades sociales, no políticas, de grupo (Atlacomulco), partidista y de “compromisos”.

Es fundamental y clamor popular que el nuevo Fiscal sea un profesional sin partido, ni militancia (Cervantes es priista) porque de salirse con la suya Enrique Peña Nieto, esto sería más de lo mismo, una instancia coptada por el poder político, los intereses de grupo faccioso y el compromiso de cuotas, cotos y cuates, al más puro estilo priista.

En este juego perverso, el primer círculo del atlacomulquense, demuestra su necedad e intransigencia para colocar “al amigo” en la Fiscalía. Tal es el caso del Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, que ha politizado una decisión que debe ser moral y ética, que, por órdenes de su Jefe, convenza a propios, extraños y opositores a permitir el paso express a Cervantes, pero se topó con lo sensato y razonable: no al pase automático.

En respuesta de galimatías, el inquilino de Bucareli se contradijo al contestar a los reporteros sobre la designación (presidencial) del nuevo Fiscal. De entrada dijo que “se debe despolitizar la elección (sic) del Fiscal General de la Nación (sic)” en primer lugar señor Chong, no es “elección”, sino propuesta de Los Pinos, al Senado de la República.

Quien politiza el nombramiento son ustedes, pues todos sabemos que Raúl Cervantes, es priista (fue Senador, dos veces diputado federal) y llegó a la Cámara Alta, como premio de “su amigo” (EPN) por haber sido Coordinador Jurídico de la Campaña Presidencial de 2012, lo que compromete el cargo, porque sería parcial para cuando se investigue al término de su sexenio a Enrique Peña Nieto.

Más aún, y ante las contundentes preguntas de los periodistas, más se enredó el hidalguense. Le cuestionaron si Cervantes Andrade reunía el perfil profesional para el cargo (requisito que marca la Ley Laboral y la del Servicio Público), y como respuesta tibia señaló: “hoy el procurador es parte del gobierno del Presidente. Acuérdense que la Fiscalía se dotará de autonomía (entonces la PGR no tiene independencia plena, señor Secretario). Lo que puedo decir del actual procurador es que es un hombre íntegro, un  hombre que ha probado en pocos meses imparcialidad, profesionalismo y un gran (sic) trabajo”… pero eso no le preguntaron señor Osorio Chong. Lo que interesa al país es contar con un Fiscal con perfil profesional para investigar, perseguir y enviar al juez a los corruptos funcionarios públicos, a delincuentes, asesinos, etc. no un dechado de virtudes –muy escondidas- que usted trató de ilustrar ¿Raúl Cervantes, tiene el perfil profesional?, sigue en el aire la pregunta.

En su intento por acumular CV, Cervantes Andrade, pretendió ocupar el sillón en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que dejaría la Ministra Olga Sánchez Cordero, por jubilación, y que a propuesta de “su amigo” Peña Nieto, presentó la solicitud, pero, o no sabía o no le dijeron, que el cargo tenía limitantes como no haber sido Senador, Diputado Federal (él lo fue en dos legislaturas diferentes LVIII 2000 a 2003, LX 2006 a 2009). Tras el rechazo, regresó al Senado y retoma su escaño.

Para mantenerlo cercano y en la nómina de su primer círculo, su Jefe lo rescata y le regala la PGR, en donde no ha resuelto los casos estigma del peñato: Tlatlaya, Ayotzinapa, Nochixtlán, ahora Odebrecht/Pemex, y pretende coronar su coto, proponiéndolo como Fiscal General de la República, pero seguro se topará con el rechazo de una parte del Senado y peor aún, de los mexicanos. Así no se procura justicia, no con cuotas partidistas, ni encargos para “cuidar espaldas”; eso es corrupción.

Este es el escenario más contundente que responde a Enrique Peña Nieto su alocada decisión de colocar a un amigo en responsabilidad tan trascendente, y no a un profesional académicamente comprobado, certificado y sobre todo apartidista. ¡Basta ya! de que la clase política nos imponga sus cuotas, cotos y cuates y la población quede callada, impasible, atónita y sólo crítica.

Esto deben realizarlo nuestros “representantes populares” los Senadores, rechazando la imposición o “dedazo” de Enrique Peña Nieto, para el cargo de procuración de justicia más importante el del Fiscal General. No debe ser Raúl Cervantes Andrade porque hay conflicto de interés por su compromiso “para defender u ocultar” la incapacidad, corrupción e ineficiencia del funcionario público más importante del  país, cuyo gobierno fallido tiene que pagar y asumir las consecuencia.

La Fiscalía General de la República no será una oficina para “cuidar las espaldas” del “amigo”

 

*Miembro de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT) y de Comunicadores por la Unidad (CxU)

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