Ciudad de México.- En la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes con la Orquesta y Coro del Teatro Bellas Artes, se presenta: Los cuentos de Hoffmann de Jacques Hoffenbach (1819-1880), una gran producción del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) con luces, música, vestuario, escenografía y buenas voces que celebrarán dos siglos del nacimiento de Offenbach, creador de la opereta moderna.
Las funciones para esta obra del bell canto, con la que cierra actividades la Dirección de Ópera del INBAL, iniciaron el domingo 8 de diciembre a las 17:00 horas; el martes 10, a las 20:00; el domingo 15, a las 17:00 y el martes 17 a las 20:00 horas en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes con la Orquesta y Coro del Teatro Bellas Artes.
La pieza -en la que Hoffmann relata, ante un grupo de amigos, la historia de tres de sus amores de juventud. Las fuerzas oscuras y la Musa, encarnados ambos en diferentes personajes, intentan seducir al poeta para que abjure del amor-, inicia con una majestuosa obertura dedicada al vino y a la cerveza, al mostrar a un Hoffmann y su alter ego dominado por los placeres etílicos y el amor por tres mujeres distintas entre sí.
La ópera de Offenbach habla del amor que el autor de El gato Murr, Los elixires del diablo, El Cascanueces y El hombre de arena, sentía hacia Mozart, la música y las mujeres que llenaron su vida y corazón.
Esos elementos fueron bien expresados por los cantantes Jesús León, Letitia Vitelaru, Philip Horst Stella, Enrique Guzmán, Violeta Dávalos y Cassandra Zoé Velasco, entre otros.
En la ópera en tres actos, un prólogo y un epílogo, con música de Jacques Offenbach y libreto en francés de Jules Barbier, lleva a Jonas Alber como director concertador; Benjamín Cann, director de escena, y Andrea Faidutti, director huésped del coro.
Offenbach y la opereta moderna
Jacques Offenbach fue un compositor y violonchelista judeoalemán, nacionalizado francés, creador de la opereta moderna y de la comedia musical, además de ser uno de los compositores más influyentes de la música popular europea del siglo XIX. Estudió violonchelo en el conservatorio de París cuando tenía 14 años, pero su verdadera inclinación era la composición, principalmente, ópera.
Se dice que la energía del compositor era incansable. Además de componer, dirigía y era empresario. Tenía la facultad de descubrir talentos. Una de sus protegidas fue la actriz Hortense Schneider y reconoció las cualidades de Ludovic Halevy. También en un concurso de composición organizado por él mismo descubrió a Charles Lecocq y Georges Bizet.
Su primer éxito fue Orphee aux Enfers, una sátira de Gluck, y le siguieron casi 100 obras ingeniosas, satíricas que parodiaban a los músicos y la música más seria de su momento, ridiculizando la pomposidad.
Su última y más ambiciosa obra fue Los cuentos de Hoffmann (1881) que es una ópera romántica de una categoría absolutamente diferente. Como Rossini, Offenbach entretiene con su exuberancia, ingenio, irreverencia y aliento.
Hoffmann dijo en una ocasión especial, “sólo hay un ángel de la luz que tiene poder sobre ese demonio maligno: es el espíritu de la música, que a menudo se alza victorioso de mí mismo y ante cuya poderosa voz enmudecen todos los dolores de la opresión terrena.
Esa sensación quedará en los melómanos que asistan a una de las cuatro funciones de Los cuentos de Hoffmann, de Offenbach, en el Palacio de Bellas Artes.
