Llegará la primavera, después de un invierno muy caluroso

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Constelación Andrómeda

La preocupación mundial en estos momentos se centra en detener la expansión del coronavirus (Covid-19), pero la crisis climática también necesita una respuesta urgente y firme, alineada con la ciencia, a fin de evitar los peores impactos del cambio cuya amenaza son sequías e incendios más violentos, así como la desaparición de la mitad de las playas del mundo para finales del siglo XXI.

Y es que está encima la primavera, pero por las elevadas temperaturas registradas en el invierno boreal 2019-2020 parecería que el verano nunca se fue; en Europa el mes de enero fue el más caliente del que se tiene registro en 140 años, con 0.2 grados centígrados por encima del récord anterior de 2007, de acuerdo con datos del sistema de la Unión Europea que monitorea la Tierra.

Así, enero de 2020 ha sido el más cálido jamás registrado en el planeta, reveló el más reciente informe compilado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y una amplia red de asociados, que fue presentado de manera simultánea el pasado 10 de marzo en Ginebra y Nueva York.

El documento puso de manifiesto que, en Rusia, específicamente en Moscú, y en Finlandia, no hubo temperaturas bajo cero, mientras que en Alaska y en vastas regiones del Ártico el clima invernal fue candente. España se situó tres grados centígrados por encima de la media para enero en el periodo 1981-2010.

Por su parte, la Agencia Europea de Medioambiente (AAE), aseguró que la península ibérica será la región europea más afectada por el aumento de la temperatura, ya que padecerá sequías más graves y crecerá su riesgo de desertificación, además de que las reservas planetarias de agua a marzo de 2020 están a menos del 60 por ciento, al igual que en 2019, el segundo año más abrasador del que se tienen datos desde que se realizan mediciones instrumentales y uno de los tres más secos de este siglo.

El informe de la OMM sobre el estado del clima mundial en 2019 alertó que la temperatura de la región mediterránea se incrementó ya 1.5 grados centígrados respecto a los niveles preindustriales, lo cual supone que el calentamiento en dicha cuenca es 20 por ciento más intenso que en la media del planeta.

Esto evidencia la intensificación de los impactos del cambio climático y por ello el documento de la OMM hace hincapié en las señales físicas de alarma, como el acrecentamiento del contenido calorífico de los océanos -los cuales absorbieron en 25 años el calor de más de tres mil millones de bombas como la de Hiroshima, según informes del Instituto de Física Atmosférica de la Academia China de Ciencias-, la aceleración de la subida del nivel del mar y la fusión de los hielos, e indica que la próxima década será decisiva para poder frenar el calentamiento global.

Asimismo, en el documento se ponen de manifiesto los impactos de los fenómenos meteorológicos y climáticos en el desarrollo socioeconómico, la salud de los individuos, las migraciones y desplazamientos, la seguridad alimentaria, así como los ecosistemas terrestres y marinos.

El texto de la OMM, elaborado con aportaciones de los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales (SMHN), reconocidos expertos internacionales, instituciones científicas y organismos de las Naciones Unidas, confirmó que el quinquenio 2015-2019 incluyó los cinco años más calientes de los que se tiene constancia, en tanto que el período 2010-2019 fue hasta ahora el decenio más cálido jamás registrado, además apuntó que a partir de los años 80 cada nueva década ha sido más calcinante que todas las anteriores desde 1850.

La multiplicación de fenómenos climáticos extremos, como los incendios en Australia, cuyo humo y contaminantes se propagaron por todo el orbe provocando un pico en las concentraciones de CO2, y episodios de fusión de hielo a gran escala, además de la fractura de un glaciar en la Antártida por la elevación de la temperatura, repercutirán de manera negativa en el cambio climático, señaló el Secretario General de la OMM, Petteri Taalas.

Mientras que la NASA indicó que un episodio especialmente intenso del fenómeno meteorológico –‘El Niño’-, en 2016 causó un incremento de 0.2 grados centígrados en la temperatura global y que los datos publicados revelan que 2019 se situó sólo 0.04 grados centígrados por debajo de aquel año récord.

A su vez, Jean-Noël Thépaut, director del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Medio Plazo, del que depende el Servicio de Monitoreo de la Atmósfera de Copérnico especializado en cambio climático, consideró innegable que se trata de señales alarmantes y agregó que de mantenerse el actual ritmo, la temperatura mundial podría aumentar hasta cuatro o cinco grados centígrados a finales de siglo respecto a la era preindustrial y comprometer el futuro de las jóvenes generaciones, e incluso si los países respetaran sus promesas actuales de reducción de emisiones, el incremento podría superar los tres grados centígrados.

Los científicos de ‘Copernucis’ -como se le conoce a este sistema- demostraron que cada medio grado adicional acrecienta la intensidad y/o la frecuencia de fenómenos como canículas, tormentas, sequías e inundaciones.

Ante esta situación, la organización ambientalista Greenpeace insistió en que los sucesivos récords de temperatura y sequía muchos puntos del planeta están avisando a la humanidad sobre el futuro de la actual crisis climática, que algunos todavía se empeñan en negar.