Los ”otros datos” de la economía nacional que no acepta López Obrador

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Nigromante

Por JOSÉ VILCHIS GUERRERO

Si nos atenemos a los hechos, en 2019, el primer año del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, la economía tuvo un retroceso de 0.1 por ciento respecto al 2018. Se rompió la tendencia de crecimiento de los últimos diez años, realidad que desde el principio rechazó López Obrador, quien tiene “otros datos”, pero como nunca los revela, genera falsas expectativas de mejoría. Esos otros datos sólo están en su cabeza.

Renuente a la información oficial en materia económica, López Obrador dijo que ya esperaba los datos publicados este jueves 30 de enero por el Inegi, que muestran una caída del 0.1 por ciento del PIB, pero, pese a ello, indicó el tabasqueño que hay desarrollo y bienestar. “Como tengo otros datos, puedo decirles que hay bienestar; puede ser que no se tenga crecimiento, pero hay desarrollo y bienestar, que son distintos”, señaló en su conferencia matutina.

Contrario a los cánones de los economistas, el mandatario afirmó que no le importa mucho si hay crecimiento en el país, pues los parámetros para determinarlo fueron tomados como base durante el periodo neoliberal, en donde, acusó, la riqueza se concentró en pocas manos. Desde siempre es sabido que México es el más desigual de los países de América. El 10% de los mexicanos posee el 60% de la riqueza nacional.

Su visión de politólogo obviamente no lo hace, pero se siente teórico de la economía, pues pontificó: “crecer puede significar que haya más dinero en unas cuántas manos. En el periodo neoliberal ni siquiera hubo crecimiento, pero lo poco que hubo se acumuló en unas cuantas manos”. Como sea, fue el primer año que dejó de crecer la economía nacional. Crecía poco, es cierto, en un promedio de 2 a 2.5% pero crecía.

El presidente López Obrador manifiesta la buena intención de su gobierno de que haya una mejor distribución del ingreso y que los beneficios lleguen a todos. Pero de entrada tiene que haber crecimiento de la economía y esto lo tuvo que aceptar en contra de sus creencias, porque fue convencido por sus asesores, para la conformación del llamado “Gabinete para el Crecimiento Económico”, a la cabeza de Alfonso Romo, organismo que depende de la Presidencia de la República.

Al respecto, López Obrador aseguró que Alfonso Romo, coordinador del nuevo gabinete tiene una buena relación con el sector privado para impulsar el crecimiento de la industria en el País. “Nos estamos poniendo de acuerdo con la inversión privada porque Alfonso Romo es el coordinador de ese gabinete de crecimiento”, aseguró el Presidente en su conferencia matutina en Palacio Nacional.

López Obrador reconoce que con el sector empresarial tiene algunas diferencias pero destacó la existencia de un diálogo permanente y cooperación, por lo que agradece que los empresarios hayan actuado en un plan de apoyo poniendo los intereses generales por delante. “Nos ayudaron mucho en la firma del Tratado de Libre Comercio, en todas las negociaciones que se llevaron a cabo desde el año pasado hasta ahora. Siempre participaron representantes del sector empresarial mexicano”, reconoció.

Los nuevos proyectos a cargo del nuevo gabinete serán aplicados en su mayoría al sector energético, comunicaciones y actividades productivas, y para concretarlos, Romo fue nombrado el miércoles 29 de enero como coordinador del nuevo gabinete, que buscará el fomento de inversiones y crecimiento económico en México, contra la forma de pensar del mandatario para quien el desarrollo está por encima del crecimiento.

Con todo, la realidad que está topando el mandatario es que si la economía del País no avanza, no habrá manera de ofrecer atención a los 50 millones de pobres mexicanos, que se incrementaron, es cierto, desde el gobierno de Vicente Fox, que impulsó la economía informal con los “changarros” y los “vochos”, así como su exhortación a los trabajadores mexicanos que migraban a Estados Unidos, para que realizaran los trabajos de jardinería “que ni los negros están dispuestos a hacer”, según una de sus vacuas declaraciones.

El sucesor, Felipe Calderón Hinojosa, expulsó a un mayor número de mexicanos a Estados Unidos tras declararle la guerra al narcotráfico y convirtió al país en una fosa común. Pero creció la economía también a un escaso 2% que siempre fue insuficiente para generar bienestar a la clase trabajadora, siempre sometida a bajos salarios, situación que se mantuvo en el siguiente sexenio, el de Enrique Peña Nieto, donde casi todos los integrantes de su gabinete y gobernadores se enriquecieron a manos llenas frente a los empobrecidos mexicanos; más de 60 millones, que se ubican en la pobreza.

Los teóricos de la economía saben que al contraerse la economía mexicana 0.1 por ciento respecto al año previo, ésta registró su peor desempeño desde la crisis de 2009, cuando el PIB cayó 5.04 por ciento, según el reporte del Inegi. Y entonces, ya desde el primer año de gobierno a López Obrador se le termina el margen de maniobra para garantizar los recursos que den sostenibilidad a las finanzas públicas del país, las cuales padecen rezagos estructurales, además de que fueron mermadas por el desplome de los ingresos petroleros y tributarios a lo largo de 2019.

Para enfrentar la crítica situación, el gobierno ha optado por recurrir al Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios (FEIP), el cual tiene la finalidad de compensar una disminución de los ingresos del gobierno federal por debajo de lo estimado en la Ley de Ingresos de la Federación del ejercicio fiscal presente, con el objetivo de cumplir con el Presupuesto de Egresos sin recurrir a recortes en el gasto.

En el balance del primer año de gobierno, especialistas en finanzas públicas y algunos integrantes de la junta de gobierno del Banco de México comparten una preocupación: se utilizó más de la mitad del Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios para compensar la caída de los ingresos por impuestos y petróleo en el ejercicio fiscal 2019. Si bien ese es el propósito de dichos recursos, los expertos indican que, en el contexto de bajo crecimiento y rezagos estructurales, esa merma puede exponer al país a presiones financieras y contingencias mayores.

Para documentar el pesimismo, se puede decir que la mala noticia es que para 2020 los recursos del FEIP –estimados hasta septiembre de 2019 en 260 mil 185 millones de pesos, según el más reciente Informe Trimestral de Finanzas Públicas– se irán extinguiendo, pues de acuerdo con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, el gobierno planea darle un mordisco a dicho fondo de 149 mil 598 millones de pesos.

Es decir, al FEIP le quedaría menos de la mitad (42.5%), sin contar los recursos que se utilizaron para comprar las Coberturas Petroleras para el presente año, las cuales costaron 20 mil millones de pesos.

Mariana Campos, coordinadora del Programa de Gasto Público y Rendición de Cuentas del Centro de Análisis México Evalúa, considera que la Secretaría de Hacienda trae debilidad en los ingresos, entonces el gobierno puede hacer uso de esos recursos. Estima que en el corto plazo está bien, para eso es ese fondo, para estabilizar. El problema es que, dada la situación de los ingresos del gobierno, quizá lo prudente es que éste ya inicie una discusión fiscal, porque no es sostenible su situación financiera.

Desde su perspectiva, México Evalúa hizo un trabajo muy profundo para advertir de la sobreestimación de los ingresos en 2020, porque traen un crecimiento sobreestimado y la producción petrolera sobreestimada también. Asume Mariana Campos que este año se va a tener que hacer uso de esos recursos, donde ya se percibe una paulatina extinción.

Por su parte, Félix Boni, director de análisis de la agencia calificadora HR Ratings, con sede en México, comenta que en 2020 el gobierno va a tener que utilizar el FEIP si la economía sigue débil. Si no hay recuperación de los ingresos petroleros, se puede suponer que los éstos no llegan al nivel esperado, por lo que los teóricos prevén un crecimiento de 1.10% (contra el 2% previsto por la SHCP). Si no hay repunte del PIB en el primer trimestre, se tardará la recuperación en 2020, dice.

Para Félix Boni la merma del FEIP reduce el margen de maniobra para las finanzas públicas: “Si tienes una economía en problemas, el ingreso baja; normalmente lo que hacen los gobiernos del mundo es seguir gastando de forma anticíclica, bajan los ingresos pero vas a tener un déficit mayor para que la economía no baje tanto, pero si tienes un limitante de 2% del déficit y si bajan los ingresos, ¿qué vas hacer con el gasto? Lo vas a reducir”.

A lo largo del sexenio de Enrique Peña Nieto, el fondo alcanzó la cifra récord de 288 mil millones de pesos en 2018. Un año antes dichos ahorros rondaban los 239 mil millones de pesos. La mayor parte provino de los Remanentes de Operación del Banco de México, derivados a su vez de la depreciación del peso frente al dólar. En los primeros nueve meses del año pasado el FEIP registró entradas por 28 mil 529 millones de pesos. De la aportación del Fondo Mexicano del Petróleo obtuvo 11 mil 455 millones, mientras que por otros productos financieros recibió 17 mil 74 millones de pesos.

Lo cierto es que la “terca realidad”, (en este caso de la economía nacional) como la llamaba don Julio Sherer García, tiene que ajustarse en la mente de López Obrador y sus otros datos, o no podrá sustentar sus programas de apoyo a las personas de la tercera edad, a los jóvenes que se capacitan para el empleo en empresas y a los campesinos considerados en la siembra de árboles. Menos podrá emprender los grandes proyectos del Tren Maya, la refinería de Dos Bocas en Tabasco y las obras pendientes del tren Toluca-Ciudad de México y las demás obras de infraestructura en puertos y carreteras.

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