Ciudad de México.- México solo cuenta con alrededor de 40 sismólogos, pocos si se considera que gran parte de nuestro territorio presenta riesgos sísmicos importantes y quizás esto se deba a lo difícil que es estudiar el fenómeno y porque es algo que no se puede evitar, sostuvo Víctor Hugo Espíndola Castro, jefe de Análisis del Servicio Sismológico Nacional (SSN).
En entrevista con la Academia Mexicana de Ciencias, el especialista comentó que para que una persona se forme en el campo de la sismología necesita hacer un posgrado y que su licenciatura sea afin a las ciencias de la Tierra, con bases firmes en matemáticas, “pues finalmente la principal materia de estudio son fenómenos físicos a los que se les tiene que adaptar un modelo matemático”.
En México solo existen dos lugares en donde un estudiante se puede especializar en esta área: el Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada Baja California (Cicese).
“Hay un déficit de personas formadas como sismólogos, aunque la oferta va creciendo de acuerdo con la demanda y las necesidades, y también conforme se van ampliando las estaciones del Servicio Sismológico. Además, mucha gente que estudia la carrera de geofísica o de ciencias de la Tierra se dedica a la exploración, principalmente de aguas o petróleo, pero necesitamos más gente formada como sismólogo para que el SSN realice más investigación porque hay muy pocos investigadores que se dedican al estudio del fenómeno sísmico como tal”, destacó Espíndola Castro.
Los sismos son inevitables, subrayó el especialista, quien cree que en un futuro posiblemente se podrán hallar mecanismos con los que se pueda hacer una eventual predicción, no con fecha, día y hora, pero sí ubicar características que den información de por dónde puede surgir y así contar con mayor tiempo de anticipación, lo cual sería un gran avance. Sin embargo, los efectos sobre las ciudades no se podrán evitar. Muchos de los que estudian sismología se dedican a investigar cómo evitar que un fenómeno sísmico sea desastroso, y en el país requerimos mayor investigación para avanzar hacia posibles mecanismos predictivos”, señaló.
El doctor en ciencias expuso que hacer el vaticinio de un movimiento telúrico es más complicado de lo que parece, porque para lograrlo es necesario entender qué pasa (saber qué parámetros medir) por ejemplo, a 30 kilómetros bajo el suelo.
“No podemos obtener una medición directa de lo que está ocurriendo con las placas, pero sí podremos ubicar qué parámetros indirectos se podrían medir para saber más de ese comportamiento para el pronóstico sísmico, adelantarnos un poco y saber con mayor precisión cómo ocurre ese fenómeno de la fuente sísmica, el rompimiento de esa falla, saber cuándo se va a romper”, explicó el investigador de la UNAM.
Víctor Hugo Espíndola Castro recordó que un sismo es el efecto de un desplazamiento súbito en cierta región de una placa tectónica donde se van acumulando esfuerzos, es así como se rompe o hay un deslizamiento. Conocer cómo está el estado de esfuerzos en toda la región de interés es lo que se esperaría que los científicos investigaran.
Comentó, asimismo, que no es que no haya interés en los jóvenes por aventurarse en estas materias de estudio, sino que existe temor por elegir diversas carreras de ciencias naturales aplicadas o exactas por la preocupación de no tener un espacio para desarrollarse profesionalmente. “En el caso de la sismología, insisto, es necesario tener expertos para tener más investigación sobre el tipo de suelo y subsuelo en todo el territorio mexicano para saber perfectamente qué tipo de asentamientos se deben desarrollar. Desde este punto de vista, casi todo el país faltaría ser estudiado”.