El diseño de Jóvenes Construyendo el Futuro, uno de los principales programas sociales del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, es un muro burocrático para un sector de potenciales becarios, la pequeña empresa y maestros de oficios tradicionales.
Esta situación, advirtieron personas interesadas en participar, se contrapone al espíritu de dar opciones productivas a 2.3 millones de jóvenes que no estudian ni trabajan.
“Lo que me duele es que el programa, pensado por el presidente con la idea de ‘becarios sí, sicarios no’, sólo está dirigido a la clase media, a las grandes empresas, y no a los sitios en donde se podría motivar a los muchachos a dejar una actividad dañina”, dijo Yuriria Iturriaga, antropóloga y etnococinera.
Como especialista en historia de la alimentación –y propietaria de un restaurante de cocina tradicional francesa– decidió ofrecer sus conocimientos a cinco becarios.
Pensé: se requieren jóvenes con amor a la cocina, y yo me voy a dar el gusto de enseñar lo que sé.
Con orgullo repasa el menú del restaurante de comida mexicana que montó con éxito en París, ciudad donde vivió 30 años, y de la misma forma muestra el trabajo artesanal con el que construyó su actual negocio, un pequeño restaurante en Coyoacán.
Entonces, la mesa estaba puesta para colaborar en el programa: un establecimiento productivo y una persona con amplia experiencia, dispuesta a enseñar el arte y las técnicas culinarias.
Apenas abrió la página de Jóvenes Construyendo el Futuro, se topó con una plataforma tecnológica tan complicada que le llevó mes y medio registrarse.
En principio, le exigieron cambiar de navegador, pero mi equipo no resistía ciertas características así que tenía que comprar un programa más moderno.
Luego, ya dentro de la plataforma, “me pidieron tres fotos de la empresa, pero la memoria que le pusieron no te admite imágenes con muchos elementos, porque se pixelean. Eso lo supe después de mucho tiempo y esfuerzo”.
Debía mandar el acta constitutiva de la sociedad, lo cual resultó muy complicado también, por tratarse de documentos pesados para escanear y transmitir.
Después de acatar otros formatos rigurosos y requisitos ilógicos la información pudo ser verificada y la solicitud admitida. Eso ocurrió hace mes y medio.
Sin embargo, hasta el momento Yuriria no ha recibido datos de ningún becario, lo cual le resulta inexplicable.
Si a mí me pasó todo esto, me pregunto qué va a ocurrir con el conocimiento y la disponibilidad de enseñar del magnífico sastre de la esquina, del ebanista o del plomero. El sistema resultó ineficiente, sólo es útil para subsidiarle empleados a Liverpool y Chedraui, lamentó.
Lo mismo le pasó a un egresado de la carrera de derecho, quien mostró a este diario que aunque el primero de abril logró su registro, tres días después no tenía acceso a ninguna opción de búsqueda.
Consultado al respecto, el subsecretario de Empleo de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, Horacio Duarte Olivares, admitió la existencia de obstáculos tecnológicos que han debido corregir sobre la marcha, debido a que es un programa nuevo, que partió de cero, sin personal ni oficinas.
Dijo que en una segunda etapa, a partir de abril, se atenderá a sectores sin acceso a plataformas tecnológicas. Se visitará, con el apoyo de personal de programas sociales (servidores de la nación) zonas marginadas.
Vamos a iniciar con los jóvenes de zonas urbanas marginadas y rurales, a fin de que el programa no los excluya de nuevo. Haremos un levantamiento manual, a la antigüita, con cédulas. Iremos también a comunidades indígenas, a municipios con alta y muy alta marginación y con altos índices de delincuencia, señaló.
Hoy, el análisis entre solicitante y empleador lo hace el programa, con algoritmos de búsqueda, cuyo objetivo central es acercar la oferta laboral al domicilio del joven.
–¿Por qué entonces un restaurante ubicado en una avenida central de Coyoacán no ha recibido solicitudes?
–Nos ha estado pasando en varios casos; es un asunto que tiene que ver con el diseño de la página que estamos corrigiendo.
–Un joven se dio de alta el primero de abril y días después no tenía ninguna base de datos a su disponibilidad…
–Tenemos un volumen de casi 270 mil jóvenes que sí están colocados; el problema (referido) puede ser por el diseño de nuestra página que no está siendo ágil, porque se despliega un especie de folleto de 40 páginas. Me parece que es un asunto de gestión tecnológica.
Duarte es uno de los funcionarios de mayor confianza del presidente Andrés Manuel López Obrador, abogado, especialista en el tema electoral y hasta hace poco operador político en el estado de México.
–Los principales programas sociales han tenido dificultades en su operación, ¿esto desvirtúa la Cuarta Transformación prometida por el mandatario?
–No. Lo que sí creo es que estamos arrancando más lento. Hace unos días tuvimos la primera evaluación del gabinete de Bienestar. Veíamos que sí tenemos una piedra que nos está deteniendo, que tiene que ver con toda la maraña de trámites burocráticos, el famoso elefante reumático al que ha hecho referencia el Presidente.
–El mecanismo ha permitido además que se intente hacer mal uso de ello, con empresas que piden moches o cuotas para inscribir jóvenes –se le planteó.
–Eran sobre todo asociaciones civiles que detectamos en Veracruz que inscribieron a 30 jóvenes; en Tabasco, una más y otra en Sinaloa. Estas asociaciones se registraron en el área de actividades sociales. Ya las suspendimos y dimos a los jóvenes la opción de enrolarse en otra empresa.
En general, el programa va jalando, fluyendo, con alta colaboración de ambas partes, aseguró Duarte.