Para reducir la violencia y discriminación que las mujeres y todas las sexualidades sufren en países de Latinoamérica, se requiere de la transformación de la sociedad, pues las normas y políticas públicas no han logrado disminuir o hacer que retroceda, afirmó Rita Laura Segato, profesora emérita de la Universidad de Brasilia.
Al participar en la sesión del seminario “Políticas Universitarias para la Igualdad de Género”, con la presencia del rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers, y de Tamara Martínez Ruíz, coordinadora para la Igualdad de Género, Segato advirtió que durante la pandemia han aminorado otras formas de violencia y crímenes, pero las agresiones contra ellas han aumentado.
Al dar la bienvenida a la conferencista, el rector Graue subrayó que “éste es un tema que debemos conocer y compartir para actuar y transformar a nuestra Universidad, transversalizando las acciones y actitudes hacia la igualdad de género”.
En tanto, Martínez Ruíz recordó que la instancia a su cargo ha sido creada con la visión de transformar a la Universidad en un lugar igualitario, consciente de las desigualdades y respetuoso de las diversidades, libre de violencia y que logre ser una referencia nacional y mundial en la materia.
Medidas contra la violencia
En el seminario, dirigido a funcionarios y autoridades de la UNAM, directores de los subsistemas de Humanidades y de la Investigación Científica, así como de todas las escuelas y facultades de esta casa de estudios, Rita Laura Segato resaltó que las medidas que se han tomado son de tipo “emergenciales”, de auxilio, centros de atención inmediata o refugios donde la persona agredida puede pedir ayuda.
Les siguen las de remediación, que consisten en leyes, políticas públicas y normativas en todos los niveles (federales, estatales, municipales, universitarias); pero la medida que está en el fondo es la transformación de la sociedad, remarcó la intelectual y feminista.
La profesora de antropología y bioética en la Cátedra UNESCO de la institución brasileña sostuvo que la sociedad que causa los problemas también se transforma mediante el trabajo de reflexión. “Sin esta última y sin una trasformación de las conciencias mediante discursos que consigan dar palabras, nombrar la dificultad que enfrentamos, no hay camino”.
Las normativas no tocan las conciencias, y una legislación que no persuade ni disuade, no tiene existencia material, abundó la especialista.
“Si el derecho no tiene una vigencia simbólica, si no se arraiga en nuestras conciencias, si no transforma nuestra sensibilidad ética, entonces no se entiende que lo que perjudica a las mujeres también daña a toda la sociedad, y que la violencia y la discriminación de género no es un problema de hombres contra mujeres, o viceversa, sino de sistema, de estructura, de un orden político que es el patriarcado”.
La autora de “La guerra contra las mujeres” y “Las estructuras elementales de la violencia” mencionó que el papel del hombre ha sido “casa afuera”, y el de la mujer “casa adentro”, y con la transición a la modernidad ese primer “mundo” totaliza lo que se quiere como político.
Se dio la universalización de lo político como un espacio “casa afuera” y la marginalización de la politicidad de la “casa adentro”, y en la nuclearización y privatización de la familia, las mujeres perdieron su prestigio y se transformaron en marginales.
“La minoritización de las mujeres ha sido un error, y un problema el mandato de masculinidad, pero podríamos presenciar una reorientación de la historia si viéramos los problemas de ellas como de toda la sociedad, del mundo”.
Segato recordó que el proceso colonial perjudicó a los pueblos, inventó la raza y despolitizó el espacio atávico, ancestral, de actuación de las mujeres: la “casa adentro”. Hoy, el daño causado requiere esfuerzos mancomunados, determinados para romper la discriminación, que también es violencia.
El espacio universitario, donde hay problemas de género, de hostigamiento, puede ser comunitario. Una universidad puede ser un espacio comunal donde se pongan en práctica algunas formas de juicio popular, con estructuras, espacios y tiempo donde la institución delibera sobre un hecho, acusación, daño a una mujer o persona con sexualidad disidente. Es posible generar otras formas de justicia, evitando llegar al linchamiento sumario, donde lo pedagógico del tribunal sea más importante que la propia condena, acentuó.
En su oportunidad, Martínez Ruíz indicó que es la primera vez que se realiza una capacitación de esta naturaleza, dirigida a los funcionarios y autoridades de la UNAM.
Con esta actividad se inaugura una nueva etapa en la transformación y consolidación de políticas de género de la Universidad Nacional y su lucha a favor de la igualdad y la no violencia, y se avanza en el cumplimiento de los objetivos de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible de la ONU, propuesta firmada por los países miembros, y en la que la UNAM juega un papel importante como entidad coordinadora de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible, concluyó.