CIUDAD DE MÉXICO.- Para la mayoría de nosotros es difícil llevar la cuenta de los actores y acontecimientos del Medio Oriente. Vemos fotografías del conflicto en Siria y de los cientos de miles de refugiados que huyen a Europa para escapar de la guerra civil que ha devastado el área por más de cinco años y, honestamente, no logramos comprender los problemas que piden a la gente en bandos enemigos, señala el analista Darris McNeely en un artículo publicado en la revista Buenas Nuevas.
Escuchamos sobre la pisión entre los musulmanes suníes y chiíes, pero no podemos entender ni explicar por qué estas dos pisiones principales del islam son enemigas y por qué se aniquilan mutuamente por millares.
Y como es de esperarse, los conflictos internos de estos países impactan a Estados Unidos y a las naciones occidentales. El terrorismo engendrado en estas regiones ha extendido sus tentáculos mortales hasta el punto de afectar a Londres, Madrid, Nueva York, París, Bruselas, San Bernardino (California), donde el 2 de diciembre de 2015 una pareja de terroristas islámicos asesinó a 14 personas e hirió gravemente a otras 22, y Orlando (Florida), donde 49 personas fueron asesinadas y más de 50 fueron heridas el 12 de junio de 2016. El temor y la inseguridad son el amargo fruto de estos conflictos. Por lo tanto, sí importan, y sí impactan nuestras vidas.
En el Medio Oriente actual se han desencadenado poderosísimas fuerzas. Las supuestas soluciones implementadas por los líderes que redibujaron el mapa de la zona en 1922 se están desmoronando por completo. Gran Bretaña y Francia fueron incapaces de garantizar la duración de los países y dinastías creadas en este periodo.
Más recientemente, los esfuerzos de Estados Unidos por instaurar un gobierno estable en Irak fracasaron después de invadir a esta nación en 2003 y derrocar su sistema de gobierno, a pesar de que era corrupto y despreciable.
Estados Unidos retiró sus últimas tropas de Irak en 2011 y dejó que la nación se las arreglara sola. El resultado fue el caos absoluto, la aparición del Estado Islámico y el resurgimiento de la lucha entre musulmanes suníes y chiíes. Afganistán ha seguido un patrón similar.
La Primavera Árabe, que comenzó en 2011, derrocó a los gobiernos de países como Libia, Egipto y Siria. Ahora, el Estado Islámico se jacta de su meta de borrar todas estas fronteras nacionales y unir a todos los musulmanes en un megaestado musulmán.
El antiguo orden de la región es arrasado
En su libro A Peace to End All Peace (Una paz para terminar con toda la paz, 1989), el autor David Fromkin escribió que durante la Primera Guerra Mundial y con posterioridad, “Gran Bretaña y sus aliados destruyeron irrevocablemente el orden existente en la región; desbarataron de forma irreparable el gobierno turco que regía sobre los árabes del Medio Oriente . . . e introdujeron un sistema estatal como el que existe en otras partes; pero no apaciguaron la significativa oposición local a tales decisiones” (p. 563).
Casi al final de su libro, Fromkin habla del problema fundamental en el Medio Oriente: “La creencia moderna en el gobierno civil secular es desconocida en una región cuya gran mayoría de habitantes ha manifestado, por más de mil años, su fe en una Ley Sagrada que gobierna toda la vida, incluyendo el gobierno y la política” (p. 564).
Durante largo tiempo, políticos y hombres de Estado occidentales han dado por hecho que los pueblos del Medio Oriente, al ver cuán avanzadas son las naciones de Occidente en comparación con ellos, naturalmente desean copiar sus modelos de gobierno, educación y otros aspectos de la sociedad. Pero una y otra vez se ha demostrado que están sumamente equivocados, ya que los intentos por crear naciones como las occidentales generalmente no han sido más que espectaculares (y espectacularmente caros) fracasos.
La religión, ya sea el islam, el cristianismo o el judaísmo, continúa siendo una fuerza muy poderosa en los asuntos diarios de la región. Las disputas son profundas — más profundas de lo que los hombres de Estado pueden entender. Sin embargo, las soluciones se encuentran en una fuente que la mayoría desprecia: la Biblia.
Las antiguas raíces de los conflictos modernos
Darris McNeely menciona al comienzo de este artículo que el Medio Oriente es relevante porque es donde Dios tenía su morada: el templo que se construyó en Jerusalén. Allí fue donde Dios puso su nombre y donde colocó a su nación para que fuese un reino de sacerdotes y un testimonio a todas las naciones de cuán bendecido puede ser un pueblo al vivir según su ley eterna.
Dios es dueño de toda la Tierra, y quienes actualmente vivimos en ella lo hacemos como simples inquilinos. En Génesis 17 encontramos el compromiso que Dios hizo con Abraham y sus descendientes en cuanto a sus territorios: “Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos” (Génesis 17:8). Hoy en día los descendientes de Abraham, incluyendo los de su hijo Ismael, se encuentran en el Medio Oriente, cuyas fronteras son muy amplias.
La causa principal de los problemas en el Medio Oriente tiene sus raíces en la antigua rencilla entre los descendientes de Abraham, que ya lleva casi cuatro mil años. Su enemistad se debe al desacuerdo sobre quién es el dueño de la tierra y quién tiene derecho a existir dentro de la región.
Los Estados árabes, quienes creen ser el pueblo pinamente escogido, nunca han aceptado por completo al Estado judío de Israel. Los árabes, que fueron desplazados cuando perdieron o abandonaron sus tierras en las grandes guerras árabes contra Israel, no se llevan bien ni siquiera con sus propios hermanos, los Estados árabes, y su condición de vagabundos ha provocado en ellos un resentimiento que ha ido en aumento por casi 70 años.
Esta hostilidad se debe parcialmente a la existencia de un Estado judío dentro de la tierra que la fe musulmana considera parte de sus sagrados derechos islámicos. Sin embargo, esto es solo una fracción de la extensa y complicada enemistad entre los descendientes de un hombre: Abraham. Como vemos, judíos y árabes pelean por una herencia, un pedazo relativamente pequeño de tierra que a final de cuentas le pertenece a Dios.
Esto reviste especial relevancia, y si usted quiere entender por qué el Medio Oriente importa, debe comprender esta trascendental verdad bíblica. El meollo del actual conflicto religioso y político en el Medio Oriente es la contienda entre los descendientes de Abraham. Se necesitará que otro descendiente de Abraham, Jesucristo, regrese para que resuelva esta disputa que, de acuerdo a la profecía, se convertirá súbitamente en una conflagración de grandes proporciones mucho antes de lo que imaginamos.
El centro de un conflicto futuro
El rey Abdalá de Jordania dijo recientemente que las presentes hostilidades en la región son equivalentes a una tercera guerra mundial. Europa, Estados Unidos y Asia han sido arrastrados al conflicto en diferentes niveles, y estamos viendo varios cambios importantes en el equilibrio del poder en la región y en el mundo.
Estados Unidos ha renunciado a su prominente papel de principal guardián del orden mundial después de la Guerra Fría. La Unión Europea está experimentando una transformación fundamental. Estamos viendo cambios en la región como los que Dios le describió al profeta Habacuc: “¡Miren a las naciones! ¡Contémplenlas y quédense asombrados! Estoy por hacer en estos días cosas tan sorprendentes que no las creerán aunque alguien se las explique” (Habacuc 1:4-5, Nueva Versión Internacional). Al fin y al cabo, Dios es quien controla la historia y el curso de los poderes mundiales. Estos ascienden y se desploman según su poder eterno.
El Estado Islámico ha probado ser capaz de extender su terror mortal hasta Europa y los Estados Unidos. Los recientes ataques terroristas en París y Bruselas son precursores de un tiempo venidero, cuando una gran potencia del Medio Oriente, “el rey del sur” bíblico, “contenderá” con “el rey del norte” (Daniel 11:40). Estos ataques recientes son parte de un prolongado esfuerzo histórico de los ejércitos del islam para infiltrarse y propagar su influencia en Europa. El libro de Daniel tiene la clave para entender que esto es parte de un conflicto espiritual mayor, que arrastrará a las naciones a la guerra y al sufrimiento.
El Medio Oriente es la caldera principal del conflicto que llevará a las naciones a la final “batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso” (Apocalipsis 16:14). Es por esto que la región importa y por qué usted necesita comprender estos temas y la historia bíblica detrás de los titulares. Debido a que es una historia espiritual, hay lecciones espirituales que aprender — lecciones cruciales para su vida eterna.
Debido a la negativa de los involucrados a cambiar su actitud, muchos tratados de paz se han hecho y deshecho a través de las generaciones. La envidia, los celos y las rencillas internas (como las que se ven dentro de una familia pidida que pelea por cualquier cosa) dominan la forma de pensar de la mayoría de quienes viven en la región.
Por qué el Medio Oriente debe importarle
Ahora, más que nunca, es el momento de comprender por qué el Medio Oriente es tan importante para su vida. Los sucesos que estamos viendo debieran motivarle a buscar la verdad y al Dios verdadero, porque él es quien los controla y no pueden llevarse a cabo sin su conocimiento y consentimiento.
Este es el momento de examinar su vida, su conducta y la manera en que vive. ¿Pueden compararse al estándar bíblico que está aprendiendo en las páginas de Las Buenas Noticias? La Biblia exige de nosotros un estándar más alto. La verdad bíblica es el camino para adquirir una mente y un corazón sanos — la clave para nuestra tranquilidad mental en el caótico y cambiante mundo actual.
Este es el momento de vivir una vida santa y justa. ¡Examine sus caminos! La información que le proveemos en Las Buenas Noticias sobre las profecías bíblicas y el Medio Oriente es crucial para que pueda comprender las noticias y los titulares de hoy y lo que significan para su futuro.
Haga un cambio en su vida para obedecer a Dios, y sintonícese con su camino de vida. Hágalo ahora como preparación para el tiempo en que el Dios de Abraham comience a imponer la paz, no solo a lo largo del Medio Oriente, sino también en el mundo entero. Esto se llevará a cabo cuando su Hijo regrese a la Tierra. Jesús regresará como el Cristo, o el Mesías, un Mesías que estas religiones no reconocerán porque no lo conocen ahora.
Conozca a Cristo –el Príncipe de Paz– ahora, y prepárese para trabajar con él a su regreso, a fin de traer la paz a estas familias que luchan desde hace tanto tiempo. Hágalo hoy, y comience a llenar de paz y propósito su vida y la de su familia ¡tanto ahora como para siempre!