Antes de la irrupción del coronavirus, Perú había presupuestado gastar en 2020 cerca de 18.500 millones de soles (unos 5.240 millones de dólares) en salud, un 2,2 % de su producto interior bruto, una de las tasas más bajas de Latinoamérica.
Una baja inversión en salud durante décadas, un sistema sanitario fragmentado y con déficit de médicos y camas, una informalidad generalizada y una población mayoritariamente obesa y rebelde han confluido en una “tormenta perfecta” que hace de Perú el país con la mayor mortalidad relativa del mundo por COVID-19.
Con más de 29.000 fallecidos por el coronavirus, Perú registra 88 muertes por cada 100.000 habitantes, la tasa más alta a nivel global, y es el quinto país del mundo y el segundo de Latinoamérica en casos confirmados al acumular más de 652.000 contagios, equivalente al 2 % de su población.
Este escenario resultaba difícilmente imaginable a mediados de marzo cuando, con apenas 71 casos detectados, Perú fue el primer país de Latinoamérica en decretar la cuarentena general y obligatoria. ¿Qué ha pasado para llegar a la situación actual y por qué esa rápida reacción no tuvo el efecto esperado?
1.- BAJA INVERSIÓN EN SALUD
Antes de la irrupción del coronavirus, Perú había presupuestado gastar en 2020 cerca de 18.500 millones de soles (unos 5.240 millones de dólares) en salud, un 2,2 % de su producto interior bruto, una de las tasas más bajas de Latinoamérica.
El gasto público de Perú en salud lleva décadas lejos del 6 % del PIB que recomienda invertir como mínimo la Organización Mundial de la Salud (OMS) en ese sector y muy lejos el 10,1 % de promedio que presentan los países que forman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Además de disponer de poco dinero, este tampoco se invierte bien o a veces ni se llegar a gastar todo, trabado en una maraña burocrática por la que ahora, en plena pandemia, hay médicos a los se les adeudan varios meses de sueldo.
Según un análisis de la Sociedad de Comercio Exterior del Perú (Comex Perú), entre 2015 y 2019 no se ejecutaron más de 8.700 millones de soles (unos 2.470 millones de dólares) asignados en los diferentes presupuestos anuales al sector de salud.
Es habitual que en los hospitales públicos escaseen los instrumentos hasta para los procedimientos más simples, lo que obliga a familiares de los pacientes o incluso a los propios pacientes a comprarlos afuera del centro médico para que puedan recibir la atención requerida.
2.- SISTEMA DE SALUD FRAGMENTADO
La sanidad pública peruana opera bajo una caótica fragmentación, dividida en dos grandes entes y otros más pequeños con sus propias redes de hospitales y centros médicos que hasta la llegada de la pandemia actuaban en paralelo y sin relacionarse. Para que sea aún más variopinto, las regiones también tienen competencias en salud.
Por un lado está el Seguro Integral de Salud (SIS), administrado por el Ministerio de Salud para proveer sanidad universal a los peruanos en condición de pobreza y situaciones de vulnerabilidad, y que en total cubre a más de 20 millones de personas.
Por otro lado está el Seguro Social de Salud (EsSalud), a cargo del Ministerio de Trabajo, que da cobertura a casi 12 millones de personas, entre trabajadores formales y pensionistas.