Por Alan Ramírez Flores, CEO de Coperva y autor de Liderazgo para tod@s
En épocas recesivas como ésta, en la empresa se impone una economía consciente, caracterizada por funcionar mejor con menos, aprovechar al máximo todos los recursos existentes para maximizar el valor para todos los interesados (stakeholders) y responder a las necesidades de consumidores muy conscientes de los costes y que buscan un estilo de vida más saludable y ecológico.
Emergen en este contexto tres tendencias: el intercambio B2B, la microfabricación distribuida y la triple regeneración.
Mientras el consumo colaborativo puede ejemplificarse al compartir sus coches y casas a través de plataformas como Uber y Airbnb, también hay empresas que dan forma a la economía colaborativa de empresa a empresa. Así comparten sus recursos y activos físicos e intangibles para maximizar el valor, generar nuevos ingresos, reducir drásticamente lo que se desperdicia y amplificar su impacto positivo en la sociedad.
El intercambio B2B no se limita a equipos y activos físicos. Las empresas también pueden compartir sus empleados y con ello cambian empleos inestables a tiempo parcial por empleos seguros y de “tiempo compartido”.
La otra tendencia es “relocalizar” y traer de vuelta la fabricación a sus países de origen. Esto implica la descentralizamos mediante la construcción de fábricas más pequeñas, ágiles y ecológicas, ubicadas más cerca de los consumidores. Esto permite producir bienes de manera más rápida y económica al utilizar el talento y los recursos locales.
Las empresas pueden acceder actualmente a servicios bajo demanda de fabricación distribuida, en vez de adquirir y ser propietarias de micro fábricas propias.
La tercer macrotendencia es adoptar los principios de la economía circular, reciclar materiales de desecho en la elaboración de nuevos productos. A diferencia del modelo económico lineal de “tomarr-fabricar-tirar”, la economía circular busca reducir el consumo al reutilizar y reciclar recursos y materiales en un circuito cerrado que abarca toda la cadena de valor.
Las empresas pueden elevar la sostenibilidad si adoptan los principios de la regeneración. Mientras que las organizaciones sostenibles simplemente tratan de reducir su huella de carbono para frenar su impacto negativo sobre el planeta, las empresas regenerativas aumentan intencionalmente su impacto positivo sobre la sociedad y el medio ambiente.
Se requiere restaurar, renovar y hacer crecer las personas, los lugares y el planeta de forma integrada y sinérgica.
Al regenerar las personas, los lugares y el planeta, las empresas podrían reforzar el bienestar de millones de personas, revitalizar miles de comunidades y conducir al mundo hacia una economía baja en carbono, que podría generar 26 billones de dólares de valor financiero y crear más de 75 millones de nuevos empleos verdes a nivel mundial antes de 2030.