Un médico que supervisa ensayos clínicos en Washington de la vacuna de la compañía Moderna contra el coronavirus advirtió que será imposible probar su eficiencia si no se aplica a suficientes voluntarios ancianos y de minorías étnicas.
Es crucial incluir esos grupos en el proceso de testeo -que podría extenderse por dos años- dado que el covid-19 tiene el doble de letalidad entre los negros y latinos en relación a los blancos, según datos oficiales de Estados Unidos. Y ocho de cada diez muertes son de mayores de 65 años.
David Diemert, médico de enfermedades infecciosas y profesor de Medicina en la Universidad George Washington, se apresta a reclutar a 500 personas en dos meses.
Washington es uno de los 90 lugares en el país donde se probará la vacuna ARNm, desarrollada por los Institutos Nacionales de Salud y la compañía de biotecnología Moderna.
Los ensayos involucrarán a 30 mil personas y tardarán al menos dos años en completarse, aunque sus desarrolladores han dicho que esperan tener resultados preliminares con los que podrían obtener una autorización para uso de emergencia en unos meses.
Yo diría que nuestro principal desafío será inscribir (para la prueba) a tantas personas en un periodo muy corto de tiempo, mucho más rápido de lo que uno está acostumbrado”, dijo Diemert, quien ha supervisado ensayos de vacunas anteriores contra el VIH y la anquilostomiasis, entre otras enfermedades.
Apuntamos a individuos que corren un mayor riesgo de desarrollar una infección sintomática de covid (es decir, las personas mayores y las minorías raciales)”, señaló Diemert.
En el pasado, las investigaciones médicas en Estados Unidos han estado sesgadas por centrarse en poblaciones homogéneas, pese a las pautas federales para incluir a grupos diversos, indicó.
Un estudio encontró que entre 167 nuevos medicamentos aprobados por Estados Unidos entre 2008 y 2013, una quinta parte mostró distintos niveles de respuesta en diferentes grupos étnicos.
Otro ejemplo: durante muchos años, los médicos implementaron diagnósticos basados en una herramienta de evaluación del riesgo de cáncer de mama que solo fue validada entre mujeres blancas y subestimó drásticamente el riesgo para las mujeres negras, que son más susceptibles a edades más tempranas.
Contra la desconfianza
Diemert destacó que la ciudad de Washington, que tiene un 45% de población negra, es un lugar importante para la investigación.
Allí, los equipos de la Universidad George Washington están realizando campañas de reclutamiento en centros de testeos, iglesias y mercados.
Parte de este trabajo consiste en ganarse la confianza de una comunidad que todavía desconfía de la investigación de medicamentos tras los experimentos de Tuskegee, en los que los médicos evitaron intencionalmente tratar a hombres negros con sífilis para poder estudiar la evolución en el programa que fue de 1932 a 1972.
Diemert explicó que, según las etapas anteriores al ensayo, la vacuna causa efectos secundarios menos graves en ancianos que en jóvenes, posiblemente como resultado de un sistema inmunológico menos robusto entre los primeros.
La vacuna consiste en dos inyecciones en el hombro “tal como recibiría su vacuna regular contra la gripe”, con un mes entre cada dosis.
Liderar la prueba en la capital de Estados Unidos es “tan emocionante como desalentador”, ante la expectativa en el mundo de un rápido regreso a la normalidad, indicó.
Esta es una buena oportunidad para que las personas contribuyan a su comunidad para tratar de poner fin a esta enfermedad y participar de manera altruista”, dijo el experto.