El sorgo es un cereal que se ha consumido como alimento humano desde la antigüedad en la India, su lugar de origen, en donde es ingrediente de diversos platillos; en China, lo utilizan para producir bebidas alcohólicas, y en otros países, México incluido, se siembra para forraje para el ganado bovino, porcino y avícola. En 2016, el país fue el cuarto productor mundial de sorgo; este cultivo ocupa el tercer lugar en superficie cosechada después del maíz y frijol.
“Existe un uso potencial del grano para consumo humano y para aprovechamiento de su biomasa para usos industriales, áreas alternas de oportunidad para seguir efectuando investigación en sorgo”, consideró Leopoldo Ernesto Mendoza Onofre, profesor e investigador del Colegio de Postgraduados (Colpos), Unidad Montecillo, quien apuntó que el reto es lograr variedades tolerantes al frío, pues al ser originario de lugares tropicales y subtropicales en temperaturas inferiores a los 8 ºC su ciclo puede verse interrumpido.
En el país se siembra sorgo en el norte y sur de Tamaulipas, Sinaloa, Guanajuato, Michoacán, Jalisco, Morelos, el sur de Puebla, Valles Centrales de Oaxaca y en la Frailesca, Chiapas; pero en zonas agrícolas con altitudes mayores a los 1800 metros sobre el nivel del mar (msnm) como en los Valles Altos Centrales del país no logra crecer.
“Si las bajas temperaturas ocurren al inicio del ciclo del cultivo la planta crece con lentitud y alarga su ciclo, y si las temperaturas bajas ocurren durante las etapas de diferenciación floral el polen es androestéril —incapaz de producir polen o gametos funcionales —y no se efectúa la polinización, por lo que no hay producción de grano”, explicó el integrante de la Academia Mexicana de Ciencias.
Ante este panorama, el agrónomo y sus estudiantes de maestría y doctorado han desarrollado variedades de sorgo resistentes al frío que se podrían adaptar a las condiciones climáticas del país mediante diversas técnicas de mejoramiento genético; la incorporación de características morfológicas (como altura de la planta, grosor del tallo o forma del racimo que contiene a las semillas) y fisiológicas (como resistencia al frío, al calor, a plagas, a enfermedades) y producción de semilla híbrida de sorgo que cumpla con los requisitos de calidad que los productores y la industria demandan.
El doctor en agronomía por la Universidad de Nebraska, Estados Unidos, comentó que “con las líneas tolerantes al frío desarrolladas en el Colpos se han formado híbridos que se han evaluado en experimentos ubicados en localidades de Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Sinaloa, Morelos, Oaxaca, Tamaulipas, Estado de México y Puebla. En estos experimentos se han incluido híbridos con ambos progenitores tolerantes al frío o híbridos en los que sólo un progenitor es tolerante”.
Los resultados han sido prometedores y hemos generado abundante información documental (artículos) al respecto, agregó. En el Colpos cuentan con los títulos de obtentor del gobierno mexicano de cuatro progenitores femeninos y tres masculinos de híbridos tolerantes al frío y han identificado híbridos que pueden tener éxito comercial en regiones cálidas como San Juan del Río, Querétaro; Izúcar de Matamoros, Puebla; o en Chapingo, Estado de México, donde han establecido lotes de demostración.
Si bien la difusión y oferta de estos genotipos para su uso comercial es una tarea pendiente ya que aún no logran transferir estas semillas mejoradas a la iniciativa privada, el investigador indicó que en el corto y mediano plazo será el esfuerzo que realizarán, además de continuar con la formación de recursos humanos agrónomos y la conducción de investigación básica.
En la década de 1960 el gobierno mexicano obtenía colecciones de semillas de variedades de sorgo con resistencia al frío de Etiopía pero cuando Leopoldo Ernesto Mendoza Onofre realizó su doctorado entró en contacto con investigadores del International Sorghum and Millet Collaborative Research Support Program y tuvo acceso a otras variedades tolerantes al frío del International Crops Research Institute for the Semi-Arid Tropics.
Desde finales de la década de 1970 Mendoza Onofre se incorporó como profesor e investigador del Colpos y desde entonces el sorgo es el principal eje de sus investigaciones. Así es como ha formado a generaciones de agrónomos especialistas en sorgo que ahora laboran en el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias y universidades al interior del país.