El diputado Benjamín Robles Montoya (PT) propuso al presidente electo Andrés Manuel López Obrador que “ante los dimes y diretes” para construir el nuevo aeropuerto, se abra otra licitación a la iniciativa privada, a fin de concluir su edificación.
Aseguró que en el corto plazo, “esta obra sólo contará con tres pistas, como las que tienen la actual terminal aérea capitalina y la de Santa Lucía”.
Sostuvo que los 113 mil millones de pesos (mdp) contemplados para la construcción, según reportes de las SHCP, “están en riesgo”, ya que el total de la inversión no considera el mantenimiento continuo que se le tendrá que dar, por el problema de la calidad de los suelos”.
Subrayó que “ello hace que la viabilidad financiera del proyecto pueda ponerse en riesgo”. El subsuelo rocoso del nuevo aeropuerto se ubica a profundidades de entre 20 y 60 metros, añadió.
Por tanto, sostuvo el legislador, el proyecto requiere de 5 mil pilotes a los cuales hay que hacerles drenaje vertical, ya que en algunas zonas el suelo tiene de 30 a 60 por ciento de humedad y la duración de dichos pilotes será de 7 a 12 meses, debido a la salinidad del suelo.
Robles Montoya aseguró que la construcción del nuevo aeropuerto internacional “tiene muchas incertidumbres y pocas certezas. Una de éstas últimas, precisó, es la enorme variabilidad que se ha manejado respecto a su costo.
Puso como ejemplo que al inicio de 2016, la Secretaría de Hacienda mencionó recursos autorizados de 104 mil 396 mdp, cantidad que se elevó para finales de ese mismo año a 180 mil 122 mdp, un incremento del 72.5 por ciento.
Para 2018, apuntó, la cifra se estimó en más de 113 mil mdp; sin embargo, “persiste la duda de cuánto realmente costará semejante obra”.
El legislador del PT destacó también que el financiamiento del proyecto se ha emitido con deuda pública, “con fachada de deuda privada”, la cual tiene como garantía la recaudación del derecho de uso de aeropuerto.
“Si los gastos de mantenimiento del proyecto son inciertos por el que deberá dársele de manera continua a las pistas, terminales y demás instalaciones por la calidad del suelo, los flujos netos previstos serán insuficientes para cubrir los compromisos de deuda, por lo que el nuevo aeropuerto puede convertirse en el siguiente proyecto que tenga que ser rescatado por el Estado”, advirtió.
Hizo ver que si realmente la obra es viable, los inversionistas privados “tendrán que despejar las incertidumbres de cuánto cuesta realmente y cuál será la cantidad de dinero necesaria para su mantenimiento”.
“Si ningún inversionista privado asume los riesgos, estaremos ante la plena certeza de que las voces que hoy se levantan en defensa de la nueva terminal aérea solo lo hacían buscando su beneficio particular y no el bien de la nación”, concluyó.