Mujeres de la Independencia de México (I de II)
Un recuento de algunas de las numerosas mujeres que participaron en el movimiento de Independencia de México, muchas de ellas ignoradas por la Historia oficial, hicieron los académicos Beatriz Saavedra Gastelum, Carlos Martínez Plata, Elizabeth Rembis Rubio y Eduardo Rabell Urbiola, al participar en el conversatorio ‘Mujeres de la Independencia de México’ convocado por el Centro de Estudios sobre la Mujer de la Academia Nacional de Historia y Geografía (ANHG), patrocinada por la Universidad Nacional Autónoma de México. También tomaron parte César Galicia y María del Carmen Carrillo.
Los ponentes coincidieron en la necesidad de investigar más sobre estas mujeres de la Independencia para dar a conocer su valía y valentía en la guerra libertaria de la Nueva España, así como rescatarlas del lugar donde quedaron consignadas en los relatos tradicionales, porque esas heroínas fueron un ejemplo a seguir.
El artista plástico y poeta Carlos Martínez Plata se refirió al movimiento de los insurgentes llamados Los Guadalupes, una sociedad secreta que funcionó de 1811 a 1814 compuesta por letrados novohispanos, comerciantes, artistas, abogados, médicos, sacerdotes e incluso hombres de gobierno, quienes se reunían en casas donde planeaban sus luchas siempre inspiradas en el liberalismo de la Revolución Francesa. En su mayoría eran criollos, pero también había indígenas.
El ansia de libertad de aquella época propició, asimismo, que las logias masónicas actuaran en secrecía, y lo que pretendían era unificar al pueblo bajo el lema “Muera el mal gobierno, viva la Virgen de Guadalupe”, para lo cual se imponía tener un eficaz sistema de inteligencia a fin de conseguir alimentos, municiones y armas.
Los Guadalupes habilitaban la imprenta para editar diarios, consignas, manifiestos, etcétera, y fueron piedra angular de la conspiración donde la participación de las mujeres fue fundamental. Mariana Rodríguez del Toro, quien pertenecía a Los Guadalupes, se reunía con jóvenes intelectuales y clérigos para conspirar por la Independencia; se sabe que Ignacio Allende asistía a esos encuentros.
Otra integrante destacada de esa sociedad secreta fue Leona Vicario, quien estableció un sistema de mensajes cifrados en periódicos, pasaba armas de contrabando e hizo de su domicilio particular un cuartel encubierto de los insurgentes.
En su turno, Eduardo Rabell -licenciado en Historia por la Universidad Autónoma de Querétaro- habló de Josefa Ortiz Téllez Girón -esposa del corregidor Miguel Domínguez-, quien se enfrentó desde pequeña a las vicisitudes de la vida y en el Colegio de las Vizcaínas intuyó que su existencia tenía un valor. En ella bullía el ansia de libertad y participó en todas las juntas independentistas, además tenía voluntad férrea y fue fiel a la causa libertaria; esa firmeza la llevó a la prisión en un convento, desde donde seguía haciendo lo posible por mantener la llama de la libertad.
La corregidora de Querétaro rechazó el régimen de Iturbide y al saber del abrazo de Acatempan dijo que no se fiaba de él; se mantuvo fiel al republicanismo. Ella fue una mujer con la que basta para comprender la Independencia de México.
Rabell mencionó que si bien hay un decreto donde se señala a Dolores, Guanajuato, como la cuna de la Independencia, a su juicio fue en Querétaro donde se gestó: ahí se preñó la patria de libertad.
Al hacer uso de la palabra, la doctora María del Carmen Carrillo aseguró que las mujeres fueron pieza clave en la Independencia de México y su lucha es cada vez más reconocida, aunque -lamentó- ha costado mucho trabajo. Fue hasta el siglo XX cuando comenzó a estudiarse la participación femenina a lo largo de la historia.
La doctora Carrillo, copartícipe del taller literario de la Capilla Alfonsina, explicó que la mayoría de las mujeres que participaron en la conspiración y lucha de Independencia eran criollas, de posición acomodada y lo dejaron todo por la libertad.
En esa lucha hubo muchas guerreras, una generala y una capitana, entre ellas Antonia Nava, quien peleó con las huestes de Nicolás Bravo y entregó a sus hijos a la lucha por la causa, o a Rafaela López Aguado de Rayón, madre de Ignacio López Rayón, considerada heroína de la Independencia por su frase “Prefiero un hijo muerto, que traidor a la patria”, enviada como respuesta al ejército realista que le ofrecía la vida de su hijo menor, Francisco, si convencía a sus otros cuatro hijos -también insurgentes- de deponer las armas. Y sin lagrimas soportó la muerte de los cinco por la causa independentista.
Gertrudis Bocanegra fue otra de las mujeres que participaron activamente en el movimiento libertario -su esposo luchó en la batalla de Puente de Calderón- y ofreció su fortuna a la causa, formó parte del correo de Los Guadalupes, era la encargada de reclutar indígenas, además de que atendía heridos y preparaba alimentos; fue torturada y fusilada, pero no delató a nadie.
Uno de los personajes más controvertidos de la Independencia y de la historia de México fue Ignacia Rodríguez de Velasco, más conocida como la ‘Güera Rodríguez’, quien nació en Nueva España y murió en un México libre, según expuso César Galicia Ayala, quien narró sobre la notoria participación de ella en el proceso desde su inicio hasta su consumación, ya que su presencia en la vida pública novohispana y en los dos bandos, liberales y realistas, no era ignorada por nadie.
Recordó Galicia Ayala -licenciado en enfermería por la UNAM- que a esta mujer de belleza innegable se le ha relacionado sentimentalmente con Simón Bolívar, Alexander von Humboldt y Agustín de Iturbide. Acerca de la relación con este último, afirmó que es más notoria porque el militar era amigo de la familia de ella; existía una mutua admiración entre ambos y se hizo más evidente cuando él desvió el desfile de su entrada triunfal a la ciudad de México al frente del Ejército Trigarante para que pasara frente a la casa de Ignacia, donde actualmente se encuentra el Museo del Estanquillo.
Era una mujer tan mundana como inteligente y sagaz, que se especula que ella redactó el Plan de Iguala. La naturaleza de su personalidad fue destacada por historiadores y literatos, pero también se le atribuyeron numerosos romances y fuerte adicción al sexo, así como que era pícara, ingeniosa, codiciosa e inmoral. En pocas palabras, fue una mujer muy polémica, dijo Galicia Ayala.
Las especulaciones sobre la vida privada de la ‘Güera’ señalan que sufrió violencia intrafamiliar y se sospecha sobre su viudez a los 27 años, y fue acusada de herejía por ser parte de las juntas conspirativas de Independencia. Lo cierto es que se erigió como un referente social de la aristocracia novohispana: “esta Güera era la fantasía erótica de México”, sostuvo el ponente. (Concluirá)