“El cempasúchil tiñe de vida los campos de Tecámac, tradición, fe y economía florecen rumbo al Día de Muertos”

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“El color del cempasúchil es la luz que guía el alma de nuestros seres queridos, pero también es el reflejo del trabajo de nuestros campesinos”, expresó simbólicamente el espíritu que envuelve a los pueblos de San Lucas Xolox, Reyes Acozac y San Pedro Atzompa, donde los campos de Tecámac se pintan de tonos naranjas y dorados en vísperas del Día de Muertos.

Lejos de extinguirse, la siembra de esta flor emblemática es impulsada activamente por el Gobierno Municipal, encabezado por la alcaldesa Rosi Wong Romero, quien destacó que para este 2025 la producción alcanzará 40 hectáreas cultivadas, generando una derrama económica estimada en un millón de pesos.

Los productores tecamaquenses comercializan la “flor de los muertos” en los panteones locales y en la Central de Abastos de Ecatepec, garantizando que el símbolo de la ofrenda mexicana llegue a los hogares y altares de todo el valle.

El cempasúchil, cuyo nombre náhuatl significa “flor de veinte pétalos”, no solo adorna, sino que ilumina el camino de las almas hacia los altares, como dicta la tradición. De acuerdo con la leyenda prehispánica, el Dios del Sol transformó a Xóchitl en esta flor eterna, que al ser tocada por un colibrí —el alma de su amado—, abrió sus pétalos y liberó su aroma, símbolo del amor que vence a la muerte.

Con esta cosecha, Tecámac no solo mantiene viva una de las tradiciones más arraigadas de México, sino que también fortalece la identidad, la cultura y la economía local, demostrando que el trabajo del campo sigue floreciendo con orgullo y esperanza.