El papa Francisco presidió ayer la vigilia pascual en la basílica de San Pedro del Vaticano, tratando de calmar un poco las elucubraciones sobre su frágil estado de salud después de que anulara la víspera por sorpresa su participación en el viacrucis y los señalamientos de la prensa italiana.
El sumo pontífice, de 87 años, llegó a la basílica poco antes de las 19:30 (hora local) vestido de blanco y en silla de ruedas para dirigir esta ceremonia de unas dos horas, en presencia de 6 mil fieles, antes de la misa de hoy y la bendición Urbi et Orbi.
Su presencia había sido confirmada por el Vaticano al mediodía, pese a la cancelación el viernes por la noche, en el último minuto, de participación en el viacrucis en el Coliseo, con el objetivo de “preservar su salud”.
Al respecto, los medios de comunicación italianos fueron incisivos con las descripciones en esta Semana Santa. “El viacrucis del Papa frágil”, tituló ayer el diario La Stampa, mientras que Il Messaggero lo vio como una “renuncia de Francisco”.
Sin embargo, las conmemoraciones de ayer se llevaron a cabo sin contratiempos. La basílica permaneció en la oscuridad antes de ser alumbrada por velas, un rito que simboliza la resurrección del Cristo, según la tradición católica. A continuación, el papa pronunció una homilía de diez minutos en italiano, con una voz clara.
Durante la liturgia, denunció “los muros del egoísmo y la indiferencia”, y “todas las aspiraciones de paz destrozadas por la crueldad del odio y la barbarie de la guerra”.
La Semana Santa consta de varias ceremonias solemnes que conducen a la Pascua del domingo, la fiesta más importante del calendario cristiano, que celebra el día en que los fieles creen que Jesús resucitó al tercer día después de ser crucificado.
El Papa se ha excusado en ocasiones de asistir a algunos eventos debido a su salud, y ya es constante que pida apoyo para leer sus discursos en las liturgias.