Todavía no sabemos, claramente, lo que pasó en Ayotzinapa y las marchas de los padres de los 43 continúan por muchas partes, cuando inesperadamente reapareció el cansado, Jesús Murillo Karam. No para explicar alguno de sus desaciertos ni aclarar asuntos nacionales, sino como parte de una investigación periodística.
El grupo Indaga, de la organización Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, proporcionó una serie de informes de varias empresas constructoras, entre ellas Alvarga, Itrio y Kuoro. Esta última es manejada por Jesús Murillo Ortega, hijo del que fuera Procurador General de la República (PGR). En otras están también la hija del funcionario, Sandra Georgette, y hasta un actual diputado del Partido Encuentro Social (PES), Alejandro González Murillo, sobrino del que también fuera secretario de Asuntos Territoriales.
Las compañías mencionadas obtuvieron contratos por cuatro mil 625 millones de pesos en los años que el multicitado Murillo Karam estuvo en el gabinete de Enrique Peña Nieto. Eso porque el hijo del secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, el señor Gerardo Ruiz Dosal, era secretario privado del que también fue gobernador de Hidalgo.
Mientras otras empresas tenían problemas para su desarrollo, las citadas aumentaron sus recursos enormemente. Incluso hubo obras, como un puente en León, que se terminó siete meses después de lo prometido, el costo subió desmesuradamente y al inaugurarlo lo tuvieron que cerrar porque estaba mal toda la obra. Frente a este y otras cuestiones similares, no hubo castigo a los responsables de tales despropósitos.
Interrogado al respecto, como era lógico, Murillo Karam dijo que jamás en sus años de servicio público uso sus influencias para favorecer a sus hijos. Pero queda muy claro que la trama de intereses familiares resultó una llave mágica para los negocios. Otro conflicto para Enrique Peña Nieto, que no sale de uno y le agregan otro.
@jamelendez44