El gobierno peñista aplica ciegamente la máxima cristiana de que “si te golpean la mejilla pon la otra” o como dicen en el rancho, “pégame, pero no me dejes”.
Así, vox populi, entiende esta relación masoquista entre los gobiernos de Enrique Peña Nieto y Donald Trump, que en plena andanada de deportaciones cuasi masivas de indocumentados, el inquilino de Los Pinos, recibe con alegría, sumisión y desvergüenza a los personeros del acaudalado zar inmobiliario, habilitado como Presidente de la nación más poderosa del mundo, para escuchar, asimilar y acatar las órdenes del antimexicano número uno.
Porque no es normal que después de los insultos, humillaciones, bajezas y deportaciones, se reúna “en privado” con los Secretarios de Estado y de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Rex Tillerson y John F. Kelly, para “leerle las cartas” de cómo será la relación bilateral, los últimos dos años del sexenio y los dos primeros de Trump.
Y no es que especule, sino hay que leer entre líneas el mensaje: ¿por qué el Secretario de Seguridad Nacional gringo se sentó con Peña?, sencillo, para intimidar que si no resuelve el problema de inseguridad, la lucha fratricida entre los cárteles de las drogas, el movimiento de cocaína y marihuana desde Sudamérica, pasando por México y cruzando la frontera común, la unión americana tomará otras medidas radicales. Ya lo había advertido el propio Trump, que está dispuesto a enviar a sus fuerzas armadas, ante la incapacidad de hacerlo aquí.
Esto se entiende. Si con creces ha demostrado el mexiquense su indolencia para resolver los problemas nacionales, lo correcto hubiera sido que el Titular de la Defensa Nacional, General Secretario, Salvador Cienfuegos Zepeda, hubiese recibido a su contraparte, pues “hablan” el mismo idioma castrense, es más, en la cita hubiese estado el Procurador General de la República, Raúl Cervantes Andrade.
Esto hubiese sido lo protocolariamente correcto. Pero como este país adolece del poder unímodo del presidencialismo (aunque no esté apto para ello), hubo de hacer caravana y bientratar a ambos visitantes, aunque en esos precisos momentos, miles de mexicanos indocumentados son acosados, perseguidos, humillados y deportados, como viles delincuentes… esto es lo protocolariamente incorrecto… pero, bueno… que podemos esperar.
Para millones de mexicanos (la mayoría) Tillerson y Kelly, no son bienvenidos, es más los consideramos “personas non gratas”, pero en Constituyentes y Parque Lira, piensan otra cosa, mal actuada desde luego, pero así son ellos y no cambiarán.
La diplomacia mexicana no se equivoca, en consecuencia Peña Nieto debió dejar en manos de Cienfuegos y de Luis Videgaray (aprendiz de…) Canciller (Secretario de Relaciones Exteriores), los temas de su agenda. El segundo atender al Secretario de Estado, Kelly, su par, para fijar, aquí en nuestra casa (país), la posición humana de suspender la manera agresiva, cobarde, prepotente, inhumana, racista en que se acosa y persigue a nuestros paisanos, cuyo único delito, quizá, sea haber entrado ilegalmente a EE UU.
No son delincuentes, por el contrario, son la mano de obra barata que ha producido la riqueza de ese país. Pero dudo que el compadre de Peña, tenga la capacidad, habilidad y conocimientos para influir en que la deportación hostil con que son regresados, no es la forma legal, diplomática, humana y sensata de hacerlo.
El gobierno peñista también está perdido en este rubro (diplomacia), pues a pesar de que en 4 años ha tenido 3 cancilleres (José Antonio Meade, Claudia Ruiz Massieu Salinas y el aprendiz Luis Videgaray Caso) no han podido, sabido o querido solucionar, minimizar o paliar la fuga de mexicanos a Estados Unidos y hoy está pagando las consecuencias.
Trump no juega o amenaza, ya actúa. Miles de desafortunados han sido expulsados… y lo peor, cientos de familias separadas –los padres deportados y los hijos, por haber nacido allá, conservan sus derechos y se quedan- Historias de ruptura familiar, que por más de 20 años, habían arraigado en ese territorio, de manera inhumana y hasta cobarde por la policía local o federal, han divido una estirpe, sin remordimiento alguno.
Y esto se sabe todos los días a través de la televisión, la radio, los periódicos, las redes sociales… y el gobierno mexicano impávido, shockeado, paralizado, mientras millones de compatriotas sufren, se angustian, corren, se esconden, ante el temor de ser detectados por “la migra” y sufrir las consecuencias.
Esto, de suyo es gravísimo, pero la secuela psicológica es alarmante, ésta no se cura con medicina, con lamentos de la autoridad, con asesorías consulares, este impacto durará toda la vida.
Esto no lo mide el Inegi; esta consecuencia no es clasificada para las estadísticas oficiales. Es en la mayoría de los casos el golpe final a una familia que tuvo “el sueño americano”, y que un loco presidente (Donald Trump) destrozó por su xenofobia a lo que no es igual a él.
Pero, a fuer de ser sincero, él no tiene la culpa, sabe que estará sólo 4 años en el poder, o menos, y aplicó su odio, ira y nacismo contra la raza morena. Es su país y tiene el poder.
El mal es de origen, de México. 12 sexenios priistas y 2 panistas, no han sabido brindar incentivos, calidad de vida y oportunidades de trabajo, por lo que, según cifras de la ONU, más de 11 millones 100 mil mexicanos, salieron del país -desde la década de los 70’s- para arraigarse en Estados Unidos y ahora la administración Trump, en poco más de un mes ha deportado a miles de mexicanos.
Esto no lo detendrá Luis Videgaray, ni por su relación de amistad con Jared Kushner, yerno de Trump, pese a haber sostenido con él varios encuentros –ya en su papel de canciller- pues la decisión está tomada desde la campaña del neoyorkino.
Esto no se previó por el gobierno peñista, pues como digo, desde su campaña presidencial, el inquilino de la Casa Blanca (la de Washington), festinó, gritó y prometió, que de ganar deportaría a los indocumentados –la mayoría mexicanos-
Esta amenaza no la supieron leer, Enrique Peña Nieto, sus 40 asesores, Meade Kuribreña, Claudia Ruiz, se fueron con la finta y el sentimentalismo de que Hillary Clinton ganaría fácilmente –error de cálculo-, por lo que desdeñaron el discurso hostil y agresivo de Trump.
Por eso ahora, como ha sido los 4 años 4 meses de su sexenio, el peñismo reacciona, cuando ya tiene el problema encima, no fue previsor, calculador; jamás tuvo Plan “B”, en caso de la derrota de la señora Clinton. Soñó que con Hilaria las cosas (indocumentados) seguirían igual. Subestimaron la arrogancia, barbarie, racismo y nacismo de Trump y hoy lamentan la forma y el fondo como son tratados nuestros defenestrados indocumentados.
¿Que si Peña hubiera o no recibido en la Casa de Todos (Los Pinos) a Tillerson y Kelly? es indiferente. Pero lo hizo y esto ratifica el mal precedente de ceder ante la arrogancia de los personeros de Trump, quienes al venir a “negociar” (no sabremos la verdad), hasta nuestro territorio su presencia fue acompañada de razias, persecuciones, hostigamiento, allanamientos y deportaciones de cientos (al menos el día de la visita) de mexicanos, mientras en sillones mullidos, ambiente de amistad, acogida diplomática, una rica comida, un agradable café, un postre delicioso y un aromático digestivo, los actores pasaron una agradable tarde, mientras en Estados Unidos nuestros paisanos sufren, se angustian, huyen para no ser capturados y expulsados.
¡Por Dios! si Trump ya tomó la decisión de correr de su país de fea y humillante forma a millones de compatriotas, para qué… ¡carajos! Peña sentó en cómoda sala a los gringos.
Hablaron de… ¿bajar la forma de capturar a los sin papeles, de ya no allanar casas de mexicanos ilegales para golpearlos y esposarlos; para detener el escarnio, burla, bullying del que son víctima en escuelas, restaurantes, trabajos, en la calle, etc. miles de connacionales por estadounidenses adoradores de Trump?
Porque no me explico ante lo evidente, de qué más pudieron hablar personeros y funcionarios mexicanos encabezados por Peña Nieto.
Mal momento, mala percepción social, error de cálculo (otra vez) y enfado popular, por haber recibido y brindado trato preferencial a gente de Trump, que ha humillado, avergonzado, provocado impacto psicológico en familias separadas por la deportación.
No más. Los mexicanos no pondremos otra mejilla, a antojo de Trump, porque quien debe responder (diplomáticamente) por nosotros… nomás no sabe cómo
*Miembro de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT) y de Comunicadores por la Unidad (CxU)