Con galardones como la Medalla al Mérito Científico Excepcional de la NASA (1974), el Premio Príncipe de Asturias (1989) y un Doctorado Honoris Causa del INAOE (1997), entre otros, el Dr. Guido Münch Paniagua fue el científico mexicano con mayor número de reconocimientos.
El Dr. Guido Münch Paniagua falleció el pasado 29 de abril en Estados Unidos. El próximo 9 de junio el astrofísico nacido en 1921 en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, hubiese cumplido 99 años.
Guido Münch fue estudiante de Subrahmanyan Chandrasekhar, Premio Nobel de Física (1983) en la Universidad de Chicago; amigo de Richard Feynman, otro Nobel de Física (1965); catedrático del Instituto Tecnológico de California (Caltech); miembro de la Academia Americana de Artes y Ciencias y de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos; Director del Instituto Max Planck en Heidelberg y maestro de muchas generaciones de brillantes científicos. Se codeaba con astrofísicos de la talla de Armin Deutsch, Walter Baade, Fritz Zwicky y Allan Sandage, por citar unos cuantos.
Además, formó parte del Comité Asesor Científico (STAC) del Gran Telescopio Milimétrico Alfonso Serrano.
Se especializó en estructuras galácticas y espectroscopia, y sus aportaciones en los análisis teóricos y observacionales de la atmósfera del Sol y de las estrellas le valieron un amplio reconocimiento.
Guido Münch era, en palabras del Dr. Luis Carrasco Bazúa, investigador del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE), “un talento fuera de serie”. Alto, bien parecido, poseedor de una personalidad apabullante, autocrítico, tenía además una inteligencia y memoria excepcionales.
Münch estudió en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Escuela Nacional de Ingeniería en la Ciudad de México. En una semblanza escrita en 1997 con motivo de la entrega del Doctorado Honoris Causa del INAOE, el Dr. Emmanuel Méndez Palma, quien fue su alumno en Caltech, recordó que el congreso científico con el cual se celebró la fundación del Observatorio Astrofísico Nacional de Tonantzintla en 1942 y al cual asistieron algunos de los astrónomos más importantes de la época, marcó su rumbo definitivo.
“Este evento indicó a Guido que había algo adelante de su grado de maestría. Y la oportunidad pronto se presentó con una carta de Struve, quien era entonces el Director del Observatorio McDonald. En ese documento boletinaba una plaza vacante de asistente de telescopio. Y ocurrió lo que era evidente: Guido Münch llegó a Chicago el 1º de abril de 1943 para convertirse en asistente del Observatorio de Yerkes, ávido de los conocimientos que se generaban con gran velocidad en la Universidad de Chicago. El dinero era escaso, por lo que tuvo que vivir al principio en el edificio del refractor de Yerkes, sin calefacción y con gran austeridad. Pero todo eso representó una barrera menor, puesto que en 1946 obtuvo el Ph. D. in Astronomy and Astrophysics, otorgado por la Universidad de Chicago”, refirió en su semblanza.
En entrevista, el Dr. Luis Carrasco Bazúa, quien conoció al Dr. Münch desde estudiante y que en los ochenta convivió mucho con él estando ambos en Heidelberg, Alemania, recuerda: “Había muchas historias reales y otras fantasiosas de Guido. Una amiga en Berkeley que había sido su estudiante me contaba muchas historias sobre él y su amigo, Richard Feynman. Era un talento fuera de serie”.
El Dr. Luis Carrasco explica que cuando se creó el observatorio de Tonantzintla se buscó a jóvenes que eventualmente pudieran ser astrónomos. En ese entonces no había carrera de Física, pero había buenos estudiantes de Ingeniería a los que les gustaban las Matemáticas y tenían intereses en Astronomía.
“Erro reclutó a Félix Recillas, Guido Münch, Guillermo Haro, Carlos Graef, Alberto Barajas, entre otros, y se los trajo a Tonantzintla donde había una biblioteca buena y moderna. Con la Segunda Guerra Mundial se abrió una ventana en Estados Unidos porque en las universidades gringas se abrieron espacios ya que muchos de sus estudiantes se habían ido de soldados o a desarrollar equipo bélico. Así fue que Recillas fue a Harvard, donde conoció a la Dra. Paris Pismis y después se casaron. Ahí fue cuando se reclutó al primer astrónomo con doctorado, con una formación en el área. Haro era abogado y periodista. Guido se fue a la Universidad de Chicago donde estaba Subrahmanyan Chandrasekhar, quien era un astrofísico teórico y a quien la intuición matemática y la capacidad de Guido le impresionó y lo tomó como su estudiante predilecto. Realizaron mucho trabajo en la época de la Guerra, la parte astronómica está publicada, hay artículos clásicos, e hicieron además mucho trabajo que no sabemos qué era porque era ultraclasificado”, cuenta.
El Dr. Carrasco narra algunas anécdotas sobre el Dr. Münch, entre las que destaca la siguiente: “Chandrasekhar le había sugerido resolver un determinado problema de atmósferas estelares y Guido retrasó ese trabajo. Un día Chandrasekhar le preguntó que cómo iba el trabajo y cuando le dijo que aún no estaba hecho lo regañó. Entonces Guido, muy sentido, se fue a un bar y estando ahí se le ocurrió cómo resolver el problema y anotó todo en una servilleta. Esa noche fue a tocar la puerta de Chandrasekhar, pero su maestro tuvo la pruencia de no abrirle y no enfrentarlo. Al día siguiente Chandrasekhar fue a buscar a Guido muy serio y le dijo cuando un estudiante se atreve a patear la puerta de la casa de su profesor es que tiene algo importante que decirle. Entonces Guido sacó la servilleta y le dijo aquí está su problema resuelto”.
Guido Münch se doctoró con una tesis muy importante en la que probaba cuál era el mecanismo fundamental de la opacidad de las capas exteriores del Sol. Luego regresó a México y trabajó durante un tiempo en el Observatorio Astrómico Nacional de la UNAM. Después regresó a Estados Unidos.
“Chandrasekhar le consiguió trabajo en el Observatorio de Yerkes y ahí estuvo unos años, y resultó que Caltech iba a abrir un departamento de Astronomía porque eran socios del Observatorio de Mount Wilson y se iba a inaugurar Palomar con el telescopio de 200 pulgadas. Los de Caltech tenían a algunos investigadores y así armaron su equipo junto con Walter Baade, Armin Deutsch, Guido Münch, entre otros”.
El Dr. Carrasco Bazúa comenta que a él la muerte de Münch lo conmovió mucho: “A mí me operaron del corazón en Ensenada en el 99 y fue a verme y a animarme. Después lo volví a ver en unas reuniones del STAC del GTM, él ya estaba jubilado, y apoyó al GTM sobre todo con consejos. Yo conviví mucho con Guido en Alemania, yo me fui un sabático a Heilderberg y él era director del Max Planck, estaba cerca del observatorio Landessternwarte. Convivimos mucho, todos los jueves cenábamos juntos, nos hicimos muy amigos”.
Para concluir, el investigador comenta que Münch fue importante por muchos motivos: “Fue el primer astrónomo con una formación realmente seria emanado de la idea de Erro de crear un observatorio, y quedaría como una piedra fundamental de la ciencia en México. La astronomía que había históricamente en la UNAM era en ese momento arcaica y la creación de Tonantzintla fue un esfuerzo de tener una alternativa. Los dineros para crear el Observatorio de Tonantzintla se canalizaron a través del Politécnico, fue en algún momento parte de la ESIME, ahí está la placa con el escudo de la ESIME. Fue muy importante demostrar que había alternativas y que un mexicano podía triunfar en cualquier cancha. Guido demostró también que nadie es profeta en su tierra. Su vida es una prueba de que los los mexicanos podemos hacer hoguera donde queramos”.