Los bosques tropicales desaparecen a una velocidad alarmante debido a la deforestación. Sin embargo, tienen el potencial de volver a crecer de manera natural en terrenos abandonados que se usaron para actividades ganaderas o agrícolas, revela un estudio internacional en el que participa la UNAM.
El trabajo, donde colaboran cerca de 60 investigadores de diversas instituciones de América, Europa y África, tiene como autor principal a Lourens Poorter, de la Universidad de Wageningen, Países Bajos, fue publicado recientemente en la revista Science.
La investigación muestra que los ecosistemas formados por floresta en desarrollo (o montes secundarios) se regeneran de manera natural a una velocidad rápida, de tal forma que en 20 años pueden alcanzar valores equivalentes a casi el 80 por ciento de la fertilidad del suelo y de la diversidad de árboles que tienen los árboles maduros, bien conservados.
El estudio, en el que participan Patricia Balvanera Levy, Miguel Martínez Ramos y Francisco Mora Ardila, académicos del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES); así como Jorge Arturo Meave del Castillo, de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM, concluye que la regeneración natural es una solución de bajo costo para la mitigación del cambio climático, la conservación de la biodiversidad y la regeneración de los ecosistemas.
Aclaró que la recuperación varía entre regiones, pues las más secas se recuperan un poco más rápido que las húmedas, además de que para que vuelvan especies de plantas y animales nativas de ese ecosistema se requiere mucho más tiempo, hasta más de un siglo. “Podemos usar la restauración natural de estos bosques para una serie de cosas en beneficio de la naturaleza y la sociedad”, consideró.
Martínez Ramos calculó que en el país tenemos cerca de un tercio de bosques tropicales cubiertas por un tipo de floresta secundaria que crece naturalmente, muchas veces porque el suelo dejó de ser productivo para la explotación agrícola o ganadera.
Mencionó que el rescate en áreas degradadas implica dinero y trabajo, mientras que esta propuesta sugiere la regeneración natural. “Tiene algunas reglas, por ejemplo, es más eficiente cerca de bosques maduros o zonas de conservación, y es más rápida cuando el suelo no ha sido tan deteriorado por la siembra o la crianza de ganado; mientras que a medida que el suelo ha sido explotado con siembra mecanizada, el proceso es más complejo”, aclaró.
Francisco Mora Ardila, investigador del IIES y también colaborador del estudio, comentó que la regeneración natural es la capacidad que tienen los bosques de recuperar su estructura, diversidad y funcionamiento a través de las propiedades de los seres vivos que los conforman.
Explicó que el equipo internacional de ecólogos tropicales analizó la recuperación de 12 atributos ecológicos de los bosques secundarios durante el proceso de regeneración natural y cómo la recuperación de cada naturaleza se relaciona con la de otros. Para ello, usaron información obtenida de 77 paisajes y más de dos mil 200 parcelas de bosques secundarios distribuidas en diferentes países de América tropical y África occidental.
Mora Ardila comentó que la biomasa aérea viva, la cual también la evalúan, mide los troncos, hojas, insectos que hay por arriba del suelo; cuántas especies diferentes de plantas y árboles hay en ese ecosistema; y el contenido de carbono que existe en el suelo, pues captura el dióxido de carbono atmosférico causante del calentamiento global.