San Ildefonso retoma el pulso del muralismo con Tzompantli, la obra monumental de Gustavo Monroy

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El Colegio de San Ildefonso, cuna del muralismo mexicano, exhibe Tzompantli, obra monumental del artista Gustavo Monroy, quien ofrece una mirada cruda y sensible sobre la violencia contemporánea en México, trazando un puente entre el pasado prehispánico y las heridas actuales del país.
Este nuevo mural, de 3.10 metros de alto por 11 de largo, se gestó entre 2020 y 2025, inspirado en el hallazgo arqueológico del Huey Tzompantli —descubierto en 2015— y concebido inicialmente como homenaje a las víctimas de la pandemia. Su significado se expandió hasta convertirse en un altar simbólico donde convergen crímenes anónimos: desapariciones, feminicidios, masacres y violencias cotidianas.
Monroy retoma la iconografía mexica para representar un sacrificio colectivo, evocando el papel guerrero de los antiguos pueblos y vinculando sus símbolos con el México actual. La obra se erige como un reclamo de justicia, memoria y resistencia ante el olvido.
Herencia muralista
San Ildefonso fue el origen del muralismo en los años 20, cuando José Vasconcelos invitó a Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Ramón Alva de la Canal, Jean Charlot, Fernando Leal y Fermín Revueltas a plasmar en sus muros la historia social de México.
Tzompantli prolonga este legado, reafirmando a San Ildefonso como espacio de creación y reflexión artística. Al igual que sus predecesores, Monroy utiliza el mural como herramienta para recuperar la memoria y cuestionar la realidad.
Trayectoria del artista
Nacido en la Ciudad de México en 1959, Gustavo Monroy ha desarrollado una obra que denomina “bitácora de la violencia”. Su trabajo forma parte de colecciones del MoMA, el Museum of Art de University of Arizona, el Museo de Arte Moderno, el Carrillo Gil, el MUNAE, la UNAM, entre otros.
Monroy ha sido galardonado con el Premio de Pintura de la IX Bienal Rufino Tamayo y es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.
Con Tzompantli, San Ildefonso confirma la vigencia del muralismo como lenguaje crítico capaz de dialogar con las urgencias sociales y emocionales del México contemporáneo.