TRAS ENFRENTAR COVID-19, JEFA DE MÉDICOS DEL IMSS EDOMEX ORIENTE REGRESA AL FRENTE DE BATALLA

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En un incesante ir y venir; solucionando, gestionando, lidereando; la doctora María de los Ángeles Dichi Romero, jefa de Prestaciones Médicas de la Representación del IMSS en Estado de México Oriente, regresa con nuevos bríos a su trabajo, su pasión, luego de librar la batalla contra el COVID-19 y ser dada de alta el pasado 11 de mayo.

“Muchos de nosotros médicos sabemos el riesgo; es verdad, pero no nos acobardamos porque estamos hechos para salvar vidas y para dar bienestar al enfermo. Segura estoy de que lo volvería a correr”, dice.

Médica de profesión, con especialidad en Pediatría, Dichi Romero comenzó a laborar en el IMSS hace 23 años y hoy es líder de cerca de 10 mil trabajadores del área médica. El Instituto, dice, le abrió las puertas y le permitió forjar año con año una destacada vida profesional en la representación en Estado de México Oriente.

Fue jefa de Pediatría; directora de unidad; coordinadora de Segundo Nivel y de Prevención y Atención a la Salud, en una de las zonas más pobladas de todo el país y hoy de más alto contagio en la emergencia sanitaria.

Ser médico y trabajar en el IMSS “en verdad es un don, creo en Dios y creo que somos instrumentos, me ha tocado vivir de todo, he visto la vida misma en cada una de sus etapas, desde el nacimiento hasta la muerte. Viví epidemias como el sarampión, la influenza, el VIH, me tocó el cólera, y de cada una de ellas hemos aprendido y avanzado”.

Ataviada con su insigne bata blanca, a la temperamental y enérgica especialista se le ve recorrer a todas horas los pasillos de los 10 hospitales, dos reconvertidos y 8 híbridos; que ahora se centran en la atención de la emergencia sanitaria en la zona oriente del territorio mexiquense.

Momentos antes de salir a una supervisión más, se sincera: “Hace unos días puedo decir que por primera vez en toda mi vida tuve miedo, inmenso, ¿a qué? a no poder respirar, a dejar a mis hijas solas”.

A la doctora le confirmaron el positivo a COVID-19 el pasado 24 de abril, cuando convalecía de una operación de emergencia de apendicitis., “Perdí un poco mi fe, creí que Dios me había traicionado porque me sacó de la partida con esa operación”.

Pero recapacita: “ya entendí que fue su manera de pararme. Trabajamos mucho, todo el tiempo. Creí que podría darle todo a mis colegas, pero ahora veo con tristeza que no es posible. Nadie es Dios; me sentí triste en el momento por no estar en el campo de acción, pero pedí pronta recuperación para estar aquí en el segundo batallón, con más fuerza”.

¿Qué fue lo que más temor te provocó estando ahí, aislada? se le preguntó. “Creo que fue el episodio de la fiebre, es una sensación de hasta aquí llegué; muy débil, diaforética, con terror. Las noches son fatales, tan obscuras, tan silenciosas, tan sola; únicamente deseaba que mi madre me abrazara y me dijera: vas a estar bien porque eres una fregona y le haces falta a mucha gente”.

Ya en la puerta del transporte que la lleva a diario a las unidades, atina a decir: “Yo sé que este reto es complejo, pero no imposible, y el IMSS está preparado para ello. Siempre hay algo nuevo, siempre hay otro reto, y ahora la experiencia es mayor, porque me tocó vivir como enferma”.