Urbanización, monstruo hambriento de áreas verdes de la Ciudad de México: especialistas

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“La urbanización, como monstruo hambriento, le roba cada vez más áreas verdes y árboles a la capital del país, a pesar de que desde el año 2000 existen normas para regular la poda y derribo, por lo que la preocupación actual debe ser conservar y dar mantenimiento a las que tenemos”, aseguró la doctora Alicia Chacalo Hilu, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

En entrevista, sostuvo que es “terrible la estratificación social en la Ciudad de México, donde las zonas residenciales de mayores ingresos económicos son las que cuentan con buenas zonas en la periferia, mientras las demás cada vez se urbanizan más y tienen menos espacios arbolados”, porque los constructores evaden las reglas de podas y derribos y de creación de superficies verdes, a pesar del gran esfuerzo en normatividad.

“Lamentablemente aprendieron a darle la vuelta a la norma y no están plantando la calidad de arbolado que se debería e incluso particulares quitan con o sin permiso los árboles que les estorban para entrar a su garaje y prefieren pagar la multa”.

Una de las responsables de las áreas naturales de la Unidad Azcapotzalco hasta este año destacó que aun cuando “ahora estamos mucho mejor, todavía hace falta mucho por hacer”, porque la normatividad está, pero demanda que se cumpla, que haya supervisión, se apliquen multas y se dé más regulación en la calidad del arbolado que debe sustituir al retirado.

Chacalo Hilu refirió que la capital fue pionera a nivel nacional en crear esa normatividad, que cada dos años se revisa y actualiza.

La bióloga egresada de la Unidad Iztapalapa precisó que uno de los grandes estudios señala cómo las áreas verdes ubicadas estratégicamente pueden disminuir las llamadas islas de calor; sin embargo, cuando este año se alcanzó récord histórico de temperatura, que es magnificado por tanto concreto, pavimento, asfalto y edificios de vidrio, la gente optó por aires acondicionados y sistemas de ventilación y fue tal su demanda de energía que propiciaron hasta apagones en todo el país.

En el caso de México, “si se quiere tener superficies verdes debemos de ser defensores arraigados, es decir, si un árbol pone a alguien en peligro, soy la primera que dice se quita, pero cuando está sano y vigoroso no se debe proceder de esta manera”.

En las metrópolis se ha hecho demasiado énfasis en el pavimento y lo urbano y poco al espacio natural “cuando debería ser totalmente al revés puesto que lo que da más satisfacción a la gente en las ciudades son los parques, es estar tranquilo oyendo el agua correr e incluso existe el concepto de baño de bosque para cuando se quiere dar un paseo a manera de terapia, sin embargo, parece que nosotros vamos para atrás en este asunto, reiteró.

Siguiendo el ejemplo de algunos centros europeos que quitan antiguas fábricas de las zonas urbanas y las vuelven superficies verdes, la Ciudad de México debería de ganar espacios con una buena planeación ambiental y ecológica”, sostuvo.

La profesora de Manejo de arbolado urbano y de Ciencias ambientales y sustentabilidad consideró necesario quitarse de la cabeza que lo más importante es plantar y plantar, ya que es mejor conservar lo que se tiene, porque a nivel de calidad del aire, del agua, el suelo y para la salud psicológica y emocional ver áreas naturales realmente cambia el ánimo.

Por ejemplo, en la Unidad Azcapotzalco cuando comenzó la Comisión de Áreas Verdes, de la que fue miembro, había 33 especies, el 70 por ciento era introducida, y 30 años después “teníamos más de cien variedades e incrementamos aquellas nativas”, indicó.

Por su parte, la maestra en Diseño de Paisajes y Jardines, Laura Arriaga Rincón, encargada del Laboratorio de Arboricultura en el campus desde 2010, coincidió en la importancia de proteger las superficies verdes, puesto que además de ser espacios de recreación y relajación tanto para estudiantes como para maestros, en la pasada ola de calor ayudaron a disminuir las altas temperaturas.

En la Unidad “tenemos una diversidad muy grande que se ha estado trabajando durante más de 20 años, pasamos de tener 90 especies distintas a más de cien, a la par de mejorar la calidad del arbolado estamos al pendiente de lo que se cae o del muérdago que se ha tratado de mantener a raya”.

El área es un “pulmoncito verde en la zona industrial de Tlalnepantla y Azcapotzalco, se nota la diferencia cuando uno cruza la avenida San Pablo y encontramos el Deportivo Reynosa con árboles muertos, sin mantenimiento aparente, de ahí la relevancia de seguir cuidando el suelo y las superficies naturales de la UAM”, puntualizó Arriaga Rincón, quien actualmente cuenta con el apoyo del ingeniero Francisco Javier Arjona Gómez y la maestra Nayelli Mariscal Torres, ambos del Laboratorio de Arboricultura.