URGE REDUCIR REPERCUSIONES DE CRISIS AMBIENTAL Y CIVILIZATORIA

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Es apremiante tomar medidas para disminuir los efectos más perniciosos de la crisis ambiental planetaria, la cual representa retos sin precedentes; por ello, una acción indispensable es la restauración a partir de la perspectiva biocultural, toda vez que contribuye a recuperar los ecosistemas, así como preservar y reforzar los nexos entre la naturaleza y la cultura.

Roberto Lindig Cisneros, académico del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES), aseveró lo anterior e indicó que este proceso permite establecer relaciones armónicas con la naturaleza, y posibilita a largo plazo la subsistencia de los seres humanos, sobre todo “que terminen con esta dicotomía de dominación del hombre sobre la naturaleza, que nos lleva a esta situación crítica que vivimos en el siglo XXI, una crisis civilizatoria”.

En el rubro ambiental este fenómeno se manifiesta mediante la pérdida de biodiversidad, extinción masiva de especies y cambio climático; mientras que en el ámbito social, en la pérdida de la diversidad cultural y en la violencia cada vez más generalizada.

Señaló que de acuerdo con la Sociedad Internacional para la Restauración Ecológica, este proceso permite ayudar a la recuperación de un ecosistema que ha sido dañado, degradado y destruido, de manera directa o indirecta, por la actividad humana.

Resiliencia ecológica y social

Dijo que la cuenca del Lago de Pátzcuaro, en Michoacán, ha sufrido diversas etapas de degradación como la pérdida de bosques, erosión, descenso en el nivel del agua y en su calidad. La restauración ecológica podría ser una herramienta para mejorar esas condiciones ambientales; sin embargo, no es suficiente porque se necesita restablecer y conservar, al mismo tiempo, el patrimonio histórico y cultural de la zona.

Al respecto, Lindig Cisneros indicó que para reducir los impactos más negativos del cambio climático y la degradación acumulada, “hemos propuesto para Tzintzuntzan, ubicado a las orillas del Lago de Pátzcuaro, una restauración biocultural del paisaje, que se centra en los colibríes, símbolo de esa zona, que además al proporcionarle hábitat, se recuperan servicios ecosistémicos que nos pueden proporcionar los bosques, matorrales y, en general, las áreas con vegetación”.

Ahí se utilizaron especies atractivas que proporcionan hábitat a los colibríes, haciendo una selección cuidadosa para elegir aquellas capaces de tolerar las condiciones climáticas futuras y soporten mayores condiciones de sequía.

Ante esta crisis ambiental severa que vivimos, añadió el experto, estamos obligados a actuar para evitar o tratar de reducir las consecuencias más catastróficas que la ciencia nos indica y que pueden conducir realmente a un colapso planetario de estos servicios ecosistémicos, fundamentales para nuestra civilización.

Detalló que la restauración utiliza como herramientas los sistemas agroforestales y especies nativas de valor biocultural porque en ellos reside la resiliencia ecológica y social, y permiten recobrar saberes, manejos y formas de vida diversos que caracterizan y corresponden a un país pluriétnico y multicultural como México.

Al participar en el programa de charlas de divulgación a distancia “UNAM Morelia Conversa”, Roberto Lindig indicó que, a partir de la Revolución Industrial, el impacto de la humanidad en los ecosistemas ha sido creciente y en ello interactúan diversos componentes, desde luego el cambio climático que altera patrones de temperatura, precipitación, intensidad y frecuencia de fenómenos atmosféricos como huracanes.

Resaltó que México es un país megadiverso y megacultural se calcula que en el país hay aproximadamente 10 por ciento de la diversidad biológica del planeta y se hablan 68 lenguas que tienen 364 variantes lingüísticas pertenecientes a 11 familias, lo que se muestra en el uso que hacemos de la naturaleza y cómo ha influido en el desarrollo de las culturas que hoy convergen.

Es importante que en este proceso la restauración biocultural nos brinde la posibilidad de establecer nuevas relaciones con la naturaleza, más armónicas, que nos permitan subsistir en este planeta a largo plazo, sobre todo que terminen con esta dicotomía entre el hombre y la naturaleza, prosiguió.

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