El 43% de las personas perciben una disminución en la salud mental durante la crisis de COVID-19, pero nadie habla de esto, dijo Joana Elizabeth Salinas, Psicopedagoga certificada en Recursos Humanos y cocreadora del podcast Empareja2.
“En general, no hablamos sobre temas como dolor, ansiedad y depresión en el trabajo. Son temas atávicos. Pero paradójicamente, este silencio puede generar pérdidas de miles de millones de pesos al año por baja productividad”, dijo la experta.
Aunque entendemos la inmensidad del dolor de perder a un amigo o un ser querido, también hay tipos más sutiles de duelo. Se trata de cualquier pérdida y a raíz de la pandemia todos la hemos experimentado, es un secreto a voces en el ámbito laboral, algo que nos rehusamos a comentar y procesar, advierte Salinas.
“Esta crisis representa una interrupción importante para nuestras fuentes de identidad y, en muchos casos, de nuestras interacciones. Hay un gran agujero. Y para muchos, la soledad es real. Los comportamientos anteriores ya no son posibles. Eso significa la pérdida de tipos anteriores de conexiones e incluso la de albedrío”, dijo la experta en salud laboral.
Además, la pandemia alimenta la pérdida y el dolor de maneras distintas a la muerte y la enfermedad. Las pérdidas personales de todo tipo como bodas pospuestas, graduaciones perdidas, separaciones dolorosas de familiares y amigos, colegas despedidos o suspendidos, oficinas cerradas, incluso la cancelación de temporadas deportivas u otros eventos valiosos, pueden crear una sensación persistente de dolor que debe reconocerse y comentarse.
“La promoción aplazada, la pérdida de un cliente clave, el final de un proyecto o la disolución de un equipo, la jubilación de un colega o jefe querido, incluso un evento de fusiones puede provocar sentimientos de dolor que incluyen conmoción, ira, tristeza y miedo. Debemos empezar a reconocer nuestras emociones para que no sean debilitantes o destructivas”, aseguró la Cocreadora de Empareja2.
Salinas asegura que los duelos no resueltos afectan a casi una tercera parte de los líderes empresariales y esta cifra puede duplicarse entre personal de gerencias y jefes de departamentos.
La especilista dice que el costo financiero del dolor para las organizaciones es de 75 mil millones al año para las empresas estadounidenses, pero la pérdida de capacidad y potencial de liderazgo que resulta del dolor no resuelto, es mucho más alto.
Para Salinas, el duelo es inevitable pero el duelo no resuelto no tiene por qué serlo. Para superar el dolor, los profesionistas deben tomar conciencia del problema; aceptar el dolor de la pérdida; y tomar medidas para dejar ir el pasado, y encontrar un nuevo significado de la experiencia.
“Abrirse emocionalmente permite a aquellos que han sufrido un duelo no resuelto reiniciar el proceso de vinculación con otras personas. A medida que su enfoque cambia hacia afuera, su diálogo interno cambia de defensivo a positivo. Esto trae calma, claridad, gratitud e incluso alegría”, refirió la profesionista.