VIRUS CAUSANTE DE LA COVID-19, SIMILAR AL QUE HOSPEDAN MURCIÉLAGOS Y PANGOLINES

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A falta de información científica veraz, la gente toma decisiones aceleradas, regularmente con desenlaces catastróficos: Rafael Ojeda Flores, de la FMVZ de la UNAM

El virus SARS-CoV-2, causante de la COVID-19, encontró similitud genética con los virus que circulan en poblaciones de murciélagos y pangolines, señaló Rafael Ojeda Flores, académico de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ) de la UNAM.

El especialista en enfermedades infecciosas y diversificación viral, destacó la importancia de encontrar el origen del virus causante de esta enfermedad para obtener información de ese microorganismo y de los mecanismos que desarrolló para adaptarse al ser humano.

“Es un virus zoonótico, como sus antecesores; la información con que se cuenta señala que los pangolines podrían estar jugando un papel importante como hospedero intermediario”.

El investigador adscrito al Laboratorio de Ecología de Enfermedades de la FMVZ precisó que, en efecto, el pangolín participa en la dinámica de la transmisión, “pero no sabemos cómo”. Asimismo, explicó que estos animales viven en poblaciones pequeñas y son los más traficados a nivel mundial, por lo que sus ocho especies están en alguna categoría de riesgo de extinción.

Si bien las últimas investigaciones detectaron coronavirus en pangolines (muy similar al que actualmente afecta a la humanidad), todos esos especímenes provienen de decomisos de tráfico ilegal, no son pangolines de distribución natural, y no se sabe si en su estado natural albergan el virus, resaltó.

“Algo que caracteriza al tráfico ilegal es que no comercian una sola especie, tienden a juntarlas, hacinarlas y sacrificarlas para venderlas en los mercados del mundo”, advirtió.

Entonces, diferentes especies están en constante cercanía, y por lo tanto el coronavirus podría tener su origen en murciélagos, y al estar en contacto en los sitios de tráfico y comercialización pudo trasmitirse a los pangolines, que actuaron como hospederos e intermediarios, “pero se debe seguir generando información para saberlo”, aclaró.

El universitario remarcó que no se sabe con certeza qué papel juegan los murciélagos o los pangolines, tampoco si en el proceso evolutivo el SARS-CoV-2 adquirió su capacidad de adaptarse al ser humano en los murciélagos, los pangolines o en los propios humanos, o por una combinación de los tres”.

Lo que sí se ha confirmado es que la COVID-19 es de origen animal (con lo que se desecha que sea un virus de laboratorio), que ha atravesado la barrera de transmisión interespecie y que se ha encontrado mucha similitud con virus asociados con los murciélagos y pangolines durante eventos de decomiso de comercio ilegal, resumió Ojeda Flores.

El experto lamentó que la gente, a falta de información científica veraz y de la capacidad de interpretar bien los datos que recibe, tome decisiones aceleradas, regularmente con desenlaces catastróficos.

“A fin de cuentas se debe de comprender que la mayoría de los virus que circulan en las poblaciones humanas tienen origen en los animales, pero el problema no son los animales, sino cómo el hombre se ha adentrado en los entornos silvestres”.

Las personas satanizan a los animales, que existen en un orden único en la Tierra, por lo que sería un error que desaparecieran, expuso.

“Que un animal albergue un coronavirus no lo convierte en el origen. Para que esta situación se supere es indispensable informar y educar sobre la forma de interactuar con especies silvestres; es imperativo controlar el tráfico y los mercados donde se comercializan”.

Finalmente, reiteró que el conflicto radica en cómo nos relacionamos con los animales silvestres, que albergan millones de virus, “y así ha sido desde hace millones de años”. No se deben tomar medidas radicales que amenacen la existencia de los pangolines y de poblaciones de murciélagos, que cumplen funcionales ecológicas importantes.